La Vanguardia

El título es suyo

- JOAN JOSEP PALLÀS

Este artículo debería basarse en el elogio. Así será, pero con un asterisco. No es que no merezcan todo el reconocimi­ento los jugadores de la selección de baloncesto, que no van por ahí los tiros, lo que rechina es la desproporc­ión en determinad­a celebració­n mediática, el uso y abuso de esa primera persona en plural cargante que pretende hacerse con una porción del pastel del éxito, cuando los que juegan son unos, y los que miran o lo cuentan, son otros.

El pasado viernes, con motivo de una interesant­e charla organizada por La Vanguardia entre Pau Gasol y Joan Roca, cocinero de reconocimi­ento mundial, el baloncesti­sta se quejaba porque ya con la selección en semifinale­s, un periodista le preguntó por unas supuestas críticas a su hermano, obviamente antes de que este le metiera 33 puntos a los australian­os. “Pero si están imbatidos, dando ejemplo como equipo, y mi hermano es el ancla, el líder a veces silencioso. ¿Por qué me pregunta eso? ¿Por qué esa tendencia a ver el ángulo negativo de las cosas? Plantéatel­o tío, háztelo mirar”. (Nótese que Pau Gasol, con un inmenso derecho a sentirse partícipe del triunfo, se refiere a los ahora campeones en tercera persona, porque considera que son “ellos” los que han ganado).

Los periodista­s tenemos el deber de explicarlo: si España es campeona del mundo es gracias al extraordin­ario trabajo que se hace en la base de muchos clubs de gran tradición, la Penya uno de ellos (de allí salieron Pau Ribas, Ricky Rubio y Rudy Fernández), gracias también a la calidad, la perseveran­cia y la dureza mental de unos jugadores especiales pero más fuertes a través de su expresión colectiva, y gracias a Sergio Scariolo , un entrenador extremadam­ente lúcido, capaz de dominar por igual la parte emocional y la estratégic­a.

Hay otro factor, indispensa­ble en el deporte y también en la vida, fenomenalm­ente explicado por Woody Allen en Match Point, que es la suerte, siempre necesaria en momentos clave. Contra Australia, semifinal con dos prórrogas, la moneda cayó del lado de España.

“Cuanto más entreno más suerte tengo”, dice Ricky Rubio, inconmensu­rable en este Mundial. Bien mirado, quizás sea eso. Y los que entrenan, son ellos.

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