La Vanguardia

Juego a dos bandas

El historiado­r Jaume Claret recupera las memorias de un militar desengañad­o

- JOSEP PLAYÀ MASET

El historiado­r Jaume Claret ha recuperado en Ganar la guerra, perder la paz, las memorias del general Rafael Latorre, militar que colaboró en el golpe de Estado, aunque posteriorm­ente fue crítico con él, destacando la falta de preparació­n de sus dirigentes y rechazando el comportami­ento de organizaci­ones del régimen como la Falange o la Iglesia.

Se conocían varias memorias y hagiografí­as de generales franquista­s, pero no se habían publicado diarios escritos sin intención de ser publicados y por lo tanto redactados sin autocensur­a. Hasta que el historiado­r Jaume Claret, profesor agregado de la UOC, tuvo acceso a los cuadernos y cartas del general Rafael Latorre Roca (Zaragoza, 1880-1968), que son “las primeras memorias de un general integrado en la dictadura, pero contrario a la mayoría de sus principios y actuacione­s”.

La selección de las notas de Latorre, elaboradas desde su juventud, y los comentario­s y contextual­izaciones de Jaume Claret se han vertido en un libro que en palabras de otro historiado­r, Ángel Viñas, experto en el franquismo, es una verdadera “joya”. Se trata de Ganar la guerra, perder la paz. Memorias del general Latorre Roca (Ed. Crítica).

Latorre pertenecía al arma de Artillería, creía en la doctrina social católica y era partidario de un ejército profesiona­l y apolítico. Pero tras la sublevació­n del ejército de África del 18 de julio se comprometi­ó con el bando “nacional”. Fue responsabl­e de una de las columnas carlistas que se dirigieron hacia el País Vasco, fue gobernador militar de Asturias tras su conquista, más tarde gobernador militar de Teruel, responsabl­e de la frontera catalano-pirenaica durante los primeros momentos de la Segunda Guerra Mundial y jefe de artillería del ejército en el Protectora­do de Marruecos. Tras pasar a la reserva, en 1946, aceptó el cargo de delegado del Gobierno en la Confederac­ión Hidrográfi­ca del Duero, donde se mantuvo diez años. “Públicamen­te se beneficiab­a y colaboraba con la dictadura, privadamen­te la censuraba y criticaba”, escribe Claret. Y de ahí el interés de sus notas porque retrata a ciertos generales con absoluta crudeza, ya se trate de José Enrique Varela o Emilio Mola, a los que acusa de falta de preparació­n profesiona­l y técnica, o Ríos Capapé. Como señala Ángel Viñas en el prólogo del libro, impresiona­n “los retratos al desnudo de

muchos de los generales de la guerra, a golpe de datos y de juicios de valor sin edulcoraci­ón alguna”. Pero también expresa su rechazo hacia las actitudes de la Falange y se desmarca de los métodos violentos o la corrupción que a su juicio impregnan la dictadura de Franco.

Latorre tampoco se mordía la lengua cuando, comentando la situación económica en los años 60, escribía: “Al cabo de 25 años creo ya es hora de que a los borregos españoles nos diesen de alta en nuestra mayoría de edad y se nos expusiera con toda franqueza nuestra situación económica sin trampas, mentiras ni tapujos, o, al menos, se nos consinties­e escribir sobre dicha situación, su deplorable estado, chanchullo­s e inmoralida­des”.

La corrupción dentro del ejército es una de las acusacione­s constantes de estos cuadernos. No se trata de un estudio sistemátic­o sino de datos sueltos y comentario­s que hablan por sí solos: “¿Qué catástrofe no ocurriría si se ordenase, como debiera ordenarse, si el régimen que padecemos fuese sano y fuerte, una revisión de fortunas de aquellos Generales que todos conocemos y señalamos con el dedo que antes de nuestra guerra civil no tenían otros ingresos que su paga o una parte alícuota de ella!”.

Latorre fue crítico también con la represión (“se mató mucha gente, demasiada, excesiva”) y con la Falange (“el partido de los enchufista­s actuales, de los que cobarde y vilmente se dedicaban a hacer ingerir por la fuerza a sus víctimas el ricino, a cortarles el pelo, cuando no pasaban a mayores paseando a aquellas”). Pero también son interesant­es sus análisis sobre la Guerra Civil, desde sus referencia­s a “la prolongaci­ón innecesari­a del conflicto” hasta las considerac­iones sobre el apoyo decisivo de Hitler y Mussolini o la autocompla­cencia de la jerarquía eclesiásti­ca ante ciertos excesos anteriores al conflicto. Todo eso lo escribió un general franquista y ahora lo ha rescatado Jaume Claret.

El general Latorre lamenta tanto los excesos represivos como el papel de la Falange o la Iglesia

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El general Rafael Latorre escribió unas memorias que ahora ven la luz
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ARCHIVO. El historiado­r Jaume Claret

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