La Vanguardia

Un magnate en prisión preventiva, favorito en las elecciones tunecinas

El país magrebí elige al sucesor del presidente Essebsi, fallecido en julio

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El equipo de campaña del magnate populista Nabil Karoui, en prisión preventiva por un presunto delito de corrupción, se atribuyó la victoria en la primera vuelta de las elecciones presidenci­ales celebradas ayer en Túnez.

En declaracio­nes a la prensa tras el cierre de los colegios, el portavoz de campaña de Karoui, Hatem Mliki, aseguró con euforia que el controvert­ido candidato “estará en la segunda vuelta. Hemos ganado”.

“Los tunecinos le han dicho hoy al mundo que desean un cambio en el sistema de poder. La voluntad de la gente debe ser respetada”, dijo el portavoz de Karoui, al que un juez impidió salir de prisión para hacer campaña.

Más de siete millones de tunecinos estaban llamados este domingo a las urnas en las segundas elecciones presidenci­ales libres desde la caída en el año 2011 de la dictadura de Zin el Abidin Ben Ali, marcadas por un fuerte descenso de la participac­ión, del 45,02% respecto a los comicios del 2014, cuando fue del 64%.

Si ninguno de los 26 candidatos logra una mayoría suficiente –los resultados definitivo­s se esperan mañana martes–, los dos más votados disputarán una segunda vuelta antes del 13 de octubre. De celebrarse, esta segunda votación se solaparía con los comicios legislativ­os, previstos el 6 de octubre.

Vedadas por ley las encuestas, los pronóstico­s apuntan a que el candidato más votado será Karoui, dueño de la televisión más vista del país, y antiguo colaborado­r del partido en el poder Nidaa Tunis, que se halla en prisión preventiva acusado de evasión y blanqueo de capitales.

Por detrás, la lucha por acceder a una probable segunda vuelta, la lideran el ministro de Defensa, Abdel Karim Zbidi, candidato de la oligarquía, y el presidente interino del Parlamento y fundador del partido islámico conservado­r Ennahda, Abdel Fatah Mouro.

En la carrera también están el primer ministro, Yusef Chahed, lastrado por la crisis económica, y la abogada Abir Moussi, líder del partido de los nostálgico­s de la dictadura de Zin el Abidin Ben Ali, derrocado en el 2011.

La sorpresa podría provenir del jurista independie­nte Kaïes Said, que ha experiment­ado un importante ascenso en campaña con su apuesta por la austeridad y un discurso firme contra el Gobierno y el partido islamista.

Apenas un 45% del censo ha participad­o en los comicios, un fuerte descenso respecto al 2014

Kaïes, que participó en la enmienda de la Constituci­ón, se ha mostrado partidario de la pena de muerte y considera que la homosexual­idad es un problema que se ha expandido en Túnez por los extranjero­s.

Estas elecciones presidenci­ales se tuvieron que adelantar por la muerte por enfermedad a finales de julio del presidente, Beji Caïd Essebsi. Se dio la circunstan­cia de que ayer, mientras los tunecinos elegían en las urnas al sucesor de Essebsi, fallecía su viuda, Chadlia Farhat, de 83 años. Farhat había sido trasladada el mismo sábado a un hospital al agravarse su estado de salud.

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AFP Salwa Smaoui, esperando ayer resultados frente a una imagen de su esposo, Nabil Karoui (en prisión)

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