Nuevo domingo de violencia en un Hong Kong que no ve el final del túnel
Manifestación, sin permiso policial, en el día internacional de la Democracia
En Hong Kong, hace semanas que dejó de importar si una marcha está convocada para protestar contra el Gobierno local, pedir ayuda a Estados Unidos, acudir a una firma de discos de una reina del canto pop o rezar por el alma pecadora de la jefa del Ejecutivo local, Carrie Lam. Todas las manifestaciones, sin apenas excepción, acaban dejando imágenes de violentos enfrentamientos entre manifestantes y policía, resumen de un conflicto enquistado al que no se le adivina el final.
La de ayer no se salió del guion ni una sola coma. Convocada para conmemorar el día internacional de la Democracia, la manifestación no contaba con la preceptiva autorización de la policía. Esta no era la primera vez y, como ya ha sucedido anteriormente, a la gente eso le importó poco: salió a las calles y que sea lo que los dioses quieran.
Los miles de personas congregadas sin permiso, la mayoría uniformadas con el negro símbolo de este movimiento, cortaron a su paso el tráfico del centro mientras entonaban lemas como “Liberad Hong Kong” o “Cinco demandas, ni una menos”, una referencia a sus exigencias (retirada de la ley de extradición –algo ya conseguido–, una investigación sobre la violencia policial, libertad para los detenidos o mayor democracia, entre otras).
Pero transcurridas unas tres horas, comenzó el guirigay. Fue en las inmediaciones de la sede del Gobierno local y el Parlamento –cuyos edificios están pegados–, donde los antigubernamentales comenzaron a lanzar cócteles molotov, adoquines y huevos contra los agentes allí apostados. Estos respondieron con gases lacrimógenos, pelotas de goma y cañones de agua con tinte azul. Más tarde, los enfrentamientos se trasladaron a otros barrios como el de North Point o Wanchai, donde los más radicales provocaron destrozos en la estación de metro y algún fuego a su entrada.
Fue la guinda al decimoquinto fin de semana marcado por las protestas. Desde el viernes, se habían registrado cadenas humanas nocturnas, numerosas concentraciones en centros comerciales y parques para entonar el himno oficioso del movimiento (“Gloria a Hong Kong”) y una manifestación a las puertas de la embajada británica para pedirle a Londres que proteja a su excolonia.
Pero quizá lo más preocupante es la polarización social que se está experimentando en las calles. En las últimas semanas, cada vez es más común que grupos a favor y en contra del Gobierno y la Policía protagonicen peleas multitudinarias o
Cada vez son más habituales las peleas en masa de grupos a favor y en contra del Gobierno y la Policía
ataquen cual jauría rabiosa a uno de sus supuestos rivales acorralado en la calle, episodios que en sólo este sábado llevaron a 25 personas a recibir asistencia hospitalaria.
Ahora, en el horizonte ya se otea la próxima cita clave para estas protestas. Será el 1 de octubre, día en el que se conmemora el 70 aniversario de la fundación de la República Popular de China. Si Pekín quiere emplear su celebración para lucirse ante el mundo como la potencia que es, los manifestantes se conjuran para tratar de robarles protagonismo y amargarles el día.
Un desafío ante el que nadie sabe muy bien cómo puede reaccionar el Gobierno chino.