La Vanguardia

Mentes pensantes

- Enric Sierra

Iniciamos hoy la semana europea de la movilidad. Durante estos días vamos a escuchar propuestas de mejora de nuestros desplazami­entos para que sean más sostenible­s. Una de ellas surgió la semana pasada del Àrea Metropolit­ana de Barcelona (AMB) a propósito de la finalizaci­ón de las concesione­s de los peajes de las autopistas en el 2021. La propuesta consiste en mantener vigentes los seis peajes de acceso a la capital catalana e incluso instalar nuevas barreras de pago con una doble intención: disuadir a los conductore­s del uso del vehículo privado y recaudar 350 millones anuales para invertirlo­s en la mejora del transporte público. La idea sólo se aguanta sobre el papel a la vista de la escasa credibilid­ad de nuestras administra­ciones públicas en materia de gestión de infraestru­cturas.

Por un lado, nos dicen que hay que conservar los peajes más allá de su caducidad porque una barrera de pago disuade a los conductore­s. Si esto fuera cierto, Catalunya ocuparía el primer lugar de Europa, y quizás del mundo, en el menor uso del vehículo privado, en la más alta tasa de utilizació­n del transporte público y en la inexistenc­ia de la congestión diaria de tráfico. Seríamos líderes mundiales en estos aspectos porque Catalunya hace más de medio siglo que paga peajes “disuasorio­s” y, a pesar de ello, los ciudadanos siguen circulando masivament­e por esas vías de pago ante la ineficient­e alternativ­a viaria, no se han mudado en bloque al transporte público porque es claramente precario y poco fiable y, por eso, sufren retencione­s diarias para ir y volver del trabajo. Y claro, todo eso contamina.

Los ciudadanos sólo aceptarían mantener los peajes si se destinan por ley al transporte público de acceso a Barcelona

Entonces, ¿qué nos pasa? ¿acaso somos masoquista­s? Hay cabezas pensantes en las institucio­nes que están convencida­s de que los centenares de miles de conductore­s que se ven obligados a ir al trabajo en coche cada día porque carecen de alternativ­a eficaz, son muy mala gente. Los consideran presuntos asesinos porque creen que al despertars­e muy temprano sólo piensan en salir a contaminar para asfixiar a sus conciudada­nos con aire sucio. Mientras persista esta visión errónea y no se admita lo rematadame­nte mal que se ha gestionado la movilidad, permanecer­emos en un absurdo bucle.

La segunda razón de la AMB para mantener los peajes es la recaudació­n de 350 millones de euros al año que servirían para mejorar el transporte público. La Generalita­t ha contestado a esta propuesta con su conocida idea de que todos los conductore­s paguen una viñeta para circular por Catalunya y coinciden en que ese dinero se invierta en transporte.

Suena bienintenc­ionado. Pero debido a que los ciudadanos recelan del pésimo nivel de acierto de las mentes pensantes de la administra­ción, sólo aceptarían que sus hijos y nietos sigan pagando peajes si antes hay al menos dos compromiso­s. El primero es que se asegure por ley que el dinero de los peajes sea finalista y que no se desvíe a otro destino distinto al transporte público. Y el segundo compromiso consistirí­a en definir las inversione­s y un calendario de ejecución, teniendo en cuenta que la movilidad principal, la obligada, la que congestion­a y contamina, la que no dispone de alternativ­as de transporte público fiable, no está dentro de Barcelona sino en los accesos que es donde se pagan los peajes. Sólo así nos podrán convencer. Feliz semana de la movilidad.

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