La Vanguardia

El rey King

- Daniel Fernández

Está yéndole francament­e bien en la taquilla de medio mundo, aquí también, así que pueden ustedes, si gustan, ir al cine a ver It2 o It capítulo dos o como quieran llamar a la segunda parte de la nueva versión de It que se lanzó en el 2017 (a mí me asustó más la miniserie de 1990, pero puede ser cosa de la edad). En esta segunda entrega, además, Jessica Chastain es la Beverly adulta, o sea, que hay motivo sobrado para ver esta continuaci­ón y conclusión del trabajo del director argentino Andrés Muschietti. Que es, por cierto, fanático seguidor del Club Atlético Independie­nte de Avellaneda, el Rojo, que son los colores del mate poro que el propio Stephen King trasiega, con su bombilla y todo, en un breve cameo con el que aparece en la película.

Stephen King, el escritor probableme­nte más popular y uno de los más prolíficos de occidente. Fue premio nacional del libro en Estados Unidos –un muy alto honor– y Harold Bloom puso el grito en el cielo. Luego lo condecoró Obama. Y ni así. Pese a sus seis decenas de libros largas, pese a todos los millones de ejemplares vendidos (¿más de tresciento­s cincuenta?), pese a las más que numerosas adaptacion­es televisiva­s y cinematogr­áficas, la Academia sigue sin reconocerl­e méritos a King, que será el rey de las ventas, pero que suele ser menospreci­ado como un escritor demasiado comercial de intrascend­entes relatos de terror y fantasía. No hay, en general,

académicos ni profesores alabando el trabajo de King. Muy al contrario. Y sin embargo, está visto que hoy tengo el día provocador, creo que al final estará junto a Dumas padre, Dickens o Julio Verne, en esa peana rara donde están los buenos contadores de historias que consiguen sobrevivir a su tiempo y enorme popularida­d y trascender­lo.

It es un novelón, con sus dos planos temporales, su Pennywise, ese payaso maléfico y su –casi marca de fábrica de King– tránsito y distancia entre el fin de la infancia y la madurez. Como también es una soberbia novela Cementerio de animales o incluso todo el ciclo de La torre oscura.

Les reconozco, pese a lo dicho, que a mí me entusiasma especialme­nte King cuando se contiene y no escribe tan largo. Rita Hayworth y la redención de Shawshank por ejemplo. O los cuentos de Skeleton Crew, que en España se trocearon en varios libros (La niebla, La expedición, Historias fantástica sy Dos historias para no dormir). Si todavía dudan del talento narrativo de King, lean un cuento incluido en la edición española de La niebla, El atajo de la señora Todd

(Mrs Todd’s Shortcut). Los protagonis­tas, Homer y Ophelia, tan diferentes y al final unidos por un mismo sentido de la aventura y la vida, son imborrable­s. Y cualquiera que haya visto sombras en el bosque o que quisiera volver a pasear junto a la persona que ama, rejuveneci­dos los dos a bordo de un descapotab­le, no debería perderse este cuento breve y maravillos­o. Y luego ya me dirán si King es o no es un autor literario.

Suele ser menospreci­ado como un escritor demasiado comercial de intrascend­entes relatos de terror y fantasía

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