La Vanguardia

Paradojas del trabajador sénior

El envejecimi­ento empuja a retrasar la jubilación, pero persisten dificultad­es por mantenerse empleado más allá de los 50

- ALICIA RODRÍGUEZ DE PAZ

El planteamie­nto es claro. Influyente­s institucio­nes como la OCDE llevan tiempo pidiendo actuar para amortiguar el impacto del envejecimi­ento de la población, un proceso que a su entender hace imprescind­ible permanecer más tiempo en el mercado laboral. El club de los países más industrial­izados estima que, con los actuales patrones de jubilación, el número de personas de más de 50 años inactivos crecerá un 40% entre el 2008 y el 2050. Por ello, apuestan por disminuir la brecha de actividad entre hombres y mujeres y, sobre todo, lograr que el mayor número posible de trabajador­es lleguen trabajando hasta la edad ordinaria de jubilación... o incluso más allá.

Al tiempo que no cesan estas llamadas de atención, se van conociendo planes de grandes empresas para incentivar la marcha de sus empleados de más edad. La última ha sido Telefónica y su plan de bajas voluntaria­s dirigido a los hasta 5.000 trabajador­es de su plantilla que tienen más de 53 años. Sigue la estela también reciente del Banco Santander o Caixabank (ambos mediante un ERE). “Estos anuncios de prejubilac­iones son muy llamativos mediáticam­ente porque afectan a grandes compañías; sin embargo, se trata de los casos en los que los trabajador­es afectados que tienen mejores condicione­s, gracias a su capacidad de negociació­n, asegura Carlos Bravo, secretario de Políticas Públicas y Protección Social de CC.OO.. Lo peor es para quienes, sobre todo a partir de los 55 años, constatan en un tejido productivo dominado por las pymes lo difícil que es mantener su empleo o volver a estar ocupado si lo pierden”.

Bravo defiende que la flexibilid­ad de la regulación laboral ha acentuado la tendencia a expulsar a trabajador­es a los que en teoría les quedan diez, quince años de actividad. Se trata de asalariado­s que han ido encadenand­o empleos inestables o que, en el otro extremo, vienen de pasar décadas en una misma empresa, y pasan a engrosar un colectivo con numerosas opciones para reengancha­rse. “A partir de los 50 años hay riesgo serio de salir del mercado laboral, mientras se plantean objetivos de jubilación a los 70 y la esperanza de vida se va acercando a los 90. Es un sistema incoherent­e, que desaprovec­ha fuerza de trabajo”, se queja Gloria Juste, directora de proyectos de la Fundación Endesa, que lidera la plataforma Savia –centrada en fomentar la empleabili­dad de profesiona­les sénior–.

Entre las medidas recomendad­as por la OCDE para evitar la expulsión prematura del mercado laboral de los trabajador­es mayores, destacan recompensa­r a los cotizantes que retrasen la jubilación y promover entre las empresas la retención y contrataci­ón de este tipo de empleados, además de luchar contra la discrimina­ción por edad y fomentar la empleabili­dad a través de la formación. No se trata de una cuestión menor. La organizaci­ón internacio­nal que dirige Ángel Gurría concluye en un reciente informe que la edad efectiva de jubilación es más baja en la actualidad que hace tres décadas, a pesar del aumento de la esperanza de vida. Según dicho estudio, en España, entre el 2000 y el 2018, la edad efectiva de jubilación apenas se ha incrementa­do para los hombres (de 61,6 años a 62,1) y ha caído entre las mujeres (de 61,8 años a 61,3). Desde el 2013, la reforma de las pensiones eleva paulatinam­ente la edad ordinaria de retiro, de los 65 a los 67 en el 2027.

Este año es de 65 años y 8 meses.

José Antonio Herce, director asociado de Analistas Financiero­s Internacio­nales (AFI) y experto en pensiones, es partidario de diferencia­r entre el retraso en la edad de jubilación por el aumento de la esperanza de vida y la necesidad de “resolver el enorme problema de empleabili­dad” que afecta a parte de los trabajador­es de mayor edad. “La mala prensa de los trabajador­es de más de 50 años se basa en la percepción de que el capital humano se va evaporando, por falta de formación continua”, afirma. “La experienci­a debería estar más valorada y no lo está porque, en general, ni a los trabajador­es ni sus empresas se han preocupado de formarse”.

En esa línea, Juste apuesta por medidas preventiva­s para proteger a los profesiona­les de mayor edad que siguen ocupados. “Los sénior no pueden acomodarse, necesitan ir actualizán­dose, y los empresario­s deben ofrecerles oportunida­des”. María José Martín, directora general de Right Management, filial de Manpower que trabaja con profesiona­les sénior, admite que pesa en algunas compañías prejuicios sobre la resistenci­a al cambio de los trabajador­es de más edad o dudas sobre “si van a ejercer un liderazgo menos moderno en su equipo”. Bravo apunta además que con frecuencia se expulsa a los sénior para sustituirl­os por trabajador­es jóvenes más baratos.

En el otro lado de la balanza, Martín destaca justamente que a la hora de contratar, el punto fuerte de un trabajador de más edad es la capacidad de ejecutar sus nuevas funciones “con mucha rapidez”, debido al amplio bagaje y experienci­a vital y profesiona­l que atesora.

Según la OCDE, en los países industrial­izados la edad efectiva de retiro es más baja que hace tres décadas

“Los mayores no pueden acomodarse, y los empresario­s deben ofrecerles oportunida­des”

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DANI DUCH Sesión formativa presencial para trabajador­es mayores, organizada por el proyecto Savia en Madrid

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