La Vanguardia

Entidades sociales exigen liderazgo y medidas a largo plazo para los ‘menas’

El sector social pide medidas a largo plazo para encarrilar la autonomía de los jóvenes migrantes

- ENRIC SIERRA ROSA M. BOSCH

Las entidades sociales implicadas en la acogida de los menores inmigrante­s no acompañado­s, conocidos como menas, consideran que la administra­ción ha afrontado hasta ahora su situación desde el punto de vista de la emergencia, pero que se deben buscar soluciones a medio y largo plazo. Para ello, reclaman un liderazgo político más nítido y activo.

Dos años después del notable incremento de llegadas de menores migrantes no acompañado­s a Catalunya, la Administra­ción sigue sin aplicar una mirada a largo plazo, sin promover los planes formativos necesarios ni tampoco el acceso al mundo laboral para facilitar la autonomía de estos jóvenes. Las políticas son cortoplaci­stas, en cierta manera de cara a la galería, sin una coordinaci­ón ni planificac­ión más allá de las medidas para “parar el golpe” y, sobre todo, sin liderazgo. Esta es la síntesis de la mesa redonda celebrada el martes en La Vanguardia con la participac­ión de representa­ntes de seis entidades y asociacion­es especializ­adas en la atención de los denominado­s menas (menores extranjero­s no acompañado­s).

La opinión unánime es que durante los dos últimos años el trabajo de la dirección general de Atenció a la Infància i l’adolescènc­ia (DGAIA) se ha centrado en contener la emergencia, una fase que ya debería estar superada. El reto es afrontar una actuación mucho más ambiciosa y desde diferentes frentes para que los adolescent­es encarrilen un futuro alejado de la calle.

“El tema de la emergencia ya dura demasiado, es necesario trabajar a medio y largo plazo. Estos chicos han puesto en evidencia un circuito de protección fallido”, alerta Isard Font, vocal del Col·legi d’educadors i Educadores Socials de Catalunya (Ceesc).

Las últimas cifras hechas públicas por la DGAIA indican que este 2019 Catalunya ha contabiliz­ado 1.700 nuevos jóvenes que elevan a 4.269 el número de migrantes tutelados, el 86% de los cuales tienen entre 16 y 18 años. El ritmo de llegadas este año es inferior al del pasado, cuando hubo un total de 3.703 frente a las 1.426 del 2017.

La diligencia es vital. No cabe perder el tiempo pues en un elevado porcentaje de casos empiezan a ser tutelados a los 16 o 17 años con poco margen para culminar a los 18 un proceso de adquisició­n de las habilidade­s más elementale­s y del conocimien­to de la lengua. “Debe realizarse desde el principio un trabajo más intensivo con el joven, vamos tarde y ya se veía venir. Sí, tenemos la ‘Estratègia catalana per a l’acollida’, que plantea una diversidad de acciones, pero no veo que se fijen prioridade­s, debería determinar­se qué es lo primero y qué recursos se ponen. Y esto también quiere decir coordinaci­ón, porque ahora es un caos. No dudo de la buena voluntad pero hay actuacione­s políticas que sólo son para quedar bien”, opina Rosa Balaguer, directora general del Casal dels Infants.

El mantra de las personas que trabajan día a día en el acompañami­ento de niños y adolescent­es migrantes es acabar ya con “la falta de agilidad entre los departamen­tos de la Generalita­t, es necesario un plan interdepar­tamental, no sólo es responsabi­lidad de la DGAIA”, subraya Loli Rodríguez, portavoz de ECAS (Entitats d’acció Social) en la Aliança per a Joves Migrats.

Balaguer pone de relieve que debería disponerse de un mínimo de entre 18 y 24 meses para culminar un itinerario formativo y trabajar la autonomía, misión prácticame­nte imposible en no pocos casos por la multitud de escollos que asoman durante el camino y por los escasos recursos.

Los participan­tes en la mesa redonda recuerdan que los jóvenes que han sido tutelados por un período inferior a los tres años sólo tienen derecho a seis meses adicionale­s de prestacion­es, un período insuficien­te para intentar

MESA REDONDA

Seis expertos reclaman más coordinaci­ón entre los departamen­tos de la Generalita­t

LAS NECESIDADE­S

Son necesarios un mínimo de 18 meses para trazar un itinerario formativo

culminar la inserción. “Es una carrera de obstáculos. Si vienen aquí es porque quieren formarse pero el sistema educativo no está preparado”, indica Rita Grané, directora de Punt de Referència. Los que llegan con los 16 años cumplidos y sin tener la secundaria cuentan con escasas oportunida­des para acceder a un grado medio, un objetivo todavía más complicado por el desconocim­iento del castellano y/o catalán. Además, las clases de idiomas destinadas a este colectivo piden a gritos una reforma para adaptarse a las capacidade­s de los alumnos, coinciden en afirmar los participan­tes. “Hay pocos cursos intensivos pensados para personas con niveles bajos de escolariza­ción”, añade Grané.

En su día a día las entidades topan con obstáculos de todo tipo. Desde hacer malabares para llegar a final de mes por los retrasos de los pagos por parte de la DGAIA hasta no poder ofrecer la asistencia a cursos con financiaci­ón pública a los menores que no aportan documentac­ión. Loli Rodríguez recuerda que los trámites para determinar la edad de niños y adolescent­es migrantes, competenci­a de la Fiscalía de Menores, se demoran entre tres y cinco meses.

Los problemas asoman de todos lados y demasiadas veces la respuesta se traduce en poner parches, en improvisar, en anunciar centros que por un problema u otro no llegan a abrirse. Apesar de la disminució­n del ritmo de llegadas en comparació­n con el año pasado, las entidades constatan que se les pide vaciar los pisos en los que viven chicos de 21 años para ceder sus plazas a los que cumplen los 18. La DGAIA ha calculado que durante el 2019 más de 1.500 menores alcanzarán la mayoría de edad y deberán ir dejando los centros.

“En esta última fase estamos viendo cómo la situación de emergencia en los centros de primera acogida ya la tenemos en los pisos para los que cumplen 18 años”, remarca Ferran Rodríguez, miembro de la delegación catalana de la Federació d’entitats amb Projectes i Pisos Assistits (FEPA).

“Es necesario abrir más dispositiv­os pensados en la emancipaci­ón. Con el incremento de las llegadas se han puesto de manifiesto problemáti­cas que ya existían y se han tensionado los centros, cabe diseñar un modelo más integral y flexible, con nuevas miradas”, considera Xavier Dachs, miembro de la comisión de jóvenes migrantes de la Fedaia.

Y uno de los daños colaterale­s es que todo este caos ha propiciado que cale un discurso xenófobo. Grané recuerda que incluso la propia comunidad marroquí de Catalunya rechazó participar en la acogida de menas. “Su respuesta fue que no querían saber nada de ellos, que eran unos delincuent­es”.

“Hay muchas barreras, la gente piensa que los niños están en la calle porque quieren, se ha creado una visión que no es real”, apunta Balaguer. La ley de Extranjerí­a, reiteran las entidades, es otro obstáculo que limita las posibilida­des de integració­n pues deben transcurri­r un mínimo de tres años para que, por la vía del arraigo social, los jóvenes puedan optar a los papeles y un trabajo, siempre y cuando tengan la oferta de un contrato de un año.

Si Catalunya es una de las comunidade­s que acoge a más menores también es el destino preferido de los extutelado­s pues aquí hay una red de entidades que no existe en otras zonas de España, subraya la directora del Casal dels Infants. “Es necesario –añade Balaguer– acudir a Madrid y a Europa, no puede ser que las prestacion­es sean diferentes en Catalunya, Madrid, País Vasco o Andalucía, falta solidarida­d, por eso debemos pedir a Madrid un trabajo coordinado y compartido”.

Los participan­tes también entonaron el mea culpa para asumir que las entidades a veces no han ido de la mano a la hora de reclamar soluciones. “Desde el Ceesc consideram­os que no hemos sido capaces de hacer un frente común, la Administra­ción está dañando un oficio, una profesión, y eso afectada a los niños. Además, hacen falta más educadores de calle y más trabajo en red, pero a veces hay recelo a la hora de compartir informació­n”.

EL LAMENTO Demasiadas veces la respuesta se traduce en poner parches, en improvisar

AUTOCRÍTIC­A

Las entidades asumen que a veces no han ido de la mano a la hora de reclamar soluciones

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? El debate. De izquierda a derecha, Loli Rodríguez, Rita Grané y Ferran Rodríguez, y de espaldas, Isard Font, Rosa Balaguer y Xavier Dachs
MANÉ ESPINOSA El debate. De izquierda a derecha, Loli Rodríguez, Rita Grané y Ferran Rodríguez, y de espaldas, Isard Font, Rosa Balaguer y Xavier Dachs
 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Un grupo de jóvenes migrantes, ayer, en el exterior de un albergue de Barcelona en el que se alojan
LLIBERT TEIXIDÓ Un grupo de jóvenes migrantes, ayer, en el exterior de un albergue de Barcelona en el que se alojan

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