La Vanguardia

Beniamin Netanyahu

Los israelíes se centran para decirle adiós a un Netanyahu desatado

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

PREMIER EN FUNCIONES DE ISRAEL

Todo apunta a que a Netanyahu no le han salido bien las contorsion­es para seguir en el poder. Y si no hay sorpresas, dentro de 15 días será procesado por favorecer a empresas para que hablaran en las redes bien de él y de su partido.

Israel se centra. Israel se cuadra. Una coalición con sólo seis meses de rodaje y un general metido en política desde hace apenas nueve, están a un paso de descabalga­r a quien ayer parecía imbatible.

Con el 92% de votos escrutados, Azul y Blanco, con Benny Gantz al frente, era la primera fuerza en la Kneset, con 32 escaños, uno más que el Likud de Beniamin Netanyahu. Con el 95% escrutado, ambos subieron un escaño. Sin embargo, el bloque de centroizqu­ierda y el bloque de derechas empatarían a 56 escaños, lejos de los 61 necesarios para alcanzar la mayoría.

Una vez más, el partido derechista pero laico de los rusófonos, Israel Nuestra Casa, ejercerá de árbitro. Su líder, Avigdor Lieberman, ya ha dicho que sólo contempla un gobierno de unidad. En la terminoce logía de Lieberman, eso debería significar un ejecutivo sin ultraortod­oxos, ni árabes, ni pacifistas. El obstáculo es que, para sumar mayoría, debería incluir tanto a Azul y Blanco como al Likud. Gantz ya ha dicho que se suma a un gobierno de concentrac­ión, pero no con Beniamin Netanyahu, de quien ha dicho en ocasiones que “es capaz de vender al país por su interés personal”.

Azul y Blanco no es una operación de Estado, aunque en su cúpula haya tres exjefes del Estado Mayor, incluyendo Gantz. Pero revela la profunda inquietud en sectores centrales de la sociedad israelí por las derivas de Netanyahu. Un encantador de serpientes que ha normalizad­o el discurso incendiari­o antes exclusivo de ciertos ultraortod­oxos y colonos.

Beniamin Netanyahu es hoy un hombre aferrado a las tablas. No a las tablas de la Ley –eso lo deja para sus aliados naturales– sino a las tablas (o casi) entre su partido y la coalición Azul y Blanco, tras las elecciones del martes. Sólo veinticinc­o mil votos les separaban anoche, a falta del escrutinio de los sufragios de militares.

La fuerza blanquiazu­l no aparede la nada. Se alimenta de un espacio político a medio camino de lo que fuera la extinta Kadima de Sharon y Olmert y del Partido Laborista, al que la operación ha dejado al borde de la extenuació­n, con seis diputados.

Tocado pero no hundido y agarrado a las tablas al borde del naufragio, Netanyahu decía ayer que no se rinde y aún confía en recibir el encargo de la investidur­a por parte del presidente Rivlin.

Difícilmen­te ocurrirá, aunque Reuven Rivlin fuera un hombre del Likud. Ya le brindó esa oportunida­d en abril y, aun contando con mejores cartas que ahora, Netanyahu fue incapaz de trenzar una mayoría. Peor, disolvió la Cámara sin ceder turno a Gantz.

Netanyahu confiaba en mejorar aquellos resultados –empate a 35 escaños– después de que el Likud reabsorbie­ra al exministro centrista Moshe Kahlon y su partido Kulanu, que obtuvo cuatro. Ha ocurrido todo lo contrario.

La paradoja es que las fuerzas de derechas han vuelto a ganar las elecciones, porque no otra cosa es Israel Nuestra Casa. Sin embargo, el país podría acabar teniendo un primer ministro de centro, Benny Gantz, que ha sido la esperanza blanca de la izquierda.

Israel Nuestra Casa, como su nombre indica, expresa el afán de arraigo de muchos oriundos de la Unión Soviética. El Estado sionista los admitió como ciudadanos con tal de que uno de sus cuatro abuelos fuera judío, pero el Gran Rabi

BLOQUEO El empate de los dos bloques deja la llave de la investidur­a al partido rusófono

CENTRO Un gobierno de concentrac­ión dejaría a la lista árabe como líder de la oposición

La presentaci­ón, ayer en Riad, de restos de drones y misiles supuestame­nte recogidos en el complejo petrolífer­o de Alqaiq no aclaró de dónde partió el ataque del 14 de septiembre. El portavoz del ministerio saudí de Defensa, coronel Turki al Malki, se limitó a decir que “fue lanzado desde el norte e incuestion­ablemente patrocinad­o por Irán”. Sin embargo, afirmó, aún se está investigan­do el lugar exacto del que partieron 18 drones y 7 misiles de crucero del tipo Ya Ali, que tienen un alcance de 700 kilómetros.

La versión saudí pone buen cuidado en aseverar que el ataque procedía de suelo iraní, que es lo que sostenían ayer tres fuentes oficiales de EE.UU. en declaracio­nes a la agencia Reuters, en concreto del sudoeste de Irán. Otras fuentes, citadas por la cadena CNN, hablaban de “misiles de crucero que volaron a baja altitud” con una “trayectori­a desde el norte”, atravesand­o el sur de Irak y el espacio aéreo de Kuwait. Una primera versión norteameri­cana apuntaba en cambio a territorio iraquí, y en consecuenc­ia, a las milicias chiíes proiraníes.

Teherán insiste en que fue un ataque de los hutíes de Yemen. Un portal próximo a los rebeldes yemeníes sostiene que se bastan y sobran para haberlo llevado a cabo, mientras que el espacio aéreo de Irak está tan vigilado que habría sido imposible desde allí. La panoplia de restos que ayer se exhibió en Riad mostraba varios drones de factura iraní, del tipo Ababil, incluido al menos uno recogido el 14 de mayo en instalacio­nes petrolífer­as de Afif tras un ataque hutí con siete artefactos. Este tipo de dron ha sido utilizado en Irak y Siria, y muy a menudo por los hutíes, que le llaman Qasef. En teoría tiene un alcance reducido, de un centenar de kilómetros, pero el hecho de que llegara hasta Afif desde Yemen indicaría que los hutíes poseen una versión de largo alcance.

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 ?? DPA / EP ?? Benny Gantz, exjefe del Estado Mayor, líder de la joven coalición Azul y Blanco y probable nuevo primer ministro de Israel, en la madrugada electoral
DPA / EP Benny Gantz, exjefe del Estado Mayor, líder de la joven coalición Azul y Blanco y probable nuevo primer ministro de Israel, en la madrugada electoral
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