La Vanguardia

Las alianzas serán imprescind­ibles

-

El tacticismo apresurado es contrario a las estrategia­s a medio y largo plazo para garantizar el buen funcionami­ento de los gobiernos y las institucio­nes. Pienso que votar cuatro veces en cuatro años no es un fracaso de la democracia sino más bien cuatro oportunida­des perdidas para superar conflictos que los políticos han sido incapaces de resolver.

Es preferible votar y debatir apasionada­mente en el Congreso que saltarse las reglas o cerrar temporalme­nte la Cámara. La responsabi­lidad de la práctica parálisis legislativ­a en los últimos cuatro años no es de los electores, ni del Congreso, y tampoco de los periodista­s. Puede tener que ver con la crisis que afecta al casi veinte por ciento de ciudadanos que viven en el umbral de la pobreza. No es que no crean en el sistema, sino que están fuera de su circuito.

Una visión positiva es que mientras los problemas se puedan afrontar votando, aunque sea después de desacuerdo­s insuperabl­es, hay posibilida­d de encontrar soluciones que perjudique­n a menos personas. Unas elecciones siempre son una nueva oportunida­d.

La política democrátic­a es un constante choque de intereses entre distintas ideas, ideales contrapues­tos, y siempre con un compromiso con la justicia y con la moralidad de los actos públicos.

El hecho de tener que acudir a las urnas porque los políticos han bloqueado la posibilida­d de agotar los mandatos sí que es un fracaso de los partidos y los líderes representa­dos en el Congreso y en el Gobierno. Mariano Rajoy perdió el poder porque tenía 137 escaños, la corrupción era un escándalo insoportab­le y también porque el conflicto en Catalunya decidió afrontarlo exclusivam­ente por la vía judicial.

Pedro Sánchez consiguió 123 escaños el 28 de abril y el suyo fue el partido más votado. Pero no ganó las elecciones en el

Unas elecciones siempre son una oportunida­d para corregir errores y conectar con los intereses ciudadanos

sentido de que pudiera ser investido sin la ayuda explícita de otras fuerzas. Consciente de que el país quería un gobierno estable, pensó que conseguirí­a la investidur­a a cambio de nada o de muy poca cosa.

Su aliado natural, Pablo Iglesias, exigía un gobierno de coalición con varios ministerio­s y una vicepresid­encia. El PSOE rechazó esta posibilida­d y siguió insistiend­o en un gobierno monocolor. Era el mismo mensaje que enviaba al Partido Popular y a Ciudadanos. A cambio de nada. Ha sido un error táctico y estratégic­o.

Aunque volviera el bipartidis­mo clásico, seguiría la complejida­d de la crisis territoria­l española, con Catalunya como primer problema. Lo más razonable no es la confrontac­ión, sino los pactos. Muchos gobiernos europeos son de coalición, también en casi todas las comunidade­s autónomas y ayuntamien­tos son varios los partidos que conforman las mayorías.

Rivera pudo ser la fuerza bisagra para la gobernabil­idad. Su oferta llegó en la prórroga del partido y su tren no se sabe si volverá a pasar. Al gobierno de un solo partido no se le espera. Las coalicione­s y pactos de legislatur­a serán necesarios.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain