La Vanguardia

Sólo en casa

El Barça ha dejado de infundir respeto en sus desplazami­entos continenta­les

- CARLES RUIPÉREZ

El Barcelona ya no intimida como antes. No en la Champions. No cuando juega fuera. El equipo blaugrana ha dejado de infundir respeto en sus viajes por Europa. Al contrario, ahora es el equipo que se achica y se arruga donde antes mostraba mano de hierro para imponer su ley. Ya nadie gana por el nombre pero sí que el apellido de los grandes aún pesa mucho cuando se miden equipos de la aristocrac­ia futbolísti­ca. El Barça ha caído del pedestal. Y no ser fiable como visitante es un gran problema cuando llegan los cruces, la Copa de Europa de toda la vida.

Tres de sus cuatro últimas eliminacio­nes en el continente han llegado en campo contrario. En el Calderón (2016), el Olímpico de Roma (2018) y Anfield (2019). En la cuarta fue una losa el 3-0 de la ida en el Juventus Stadium (2017). En ninguna de esas ocasiones, el Barcelona pudo marcar. Tampoco en el 4-0 en el Parque de los Príncipes de París (que obligó la remontada histórica) ni el martes en Dortmund. El patrón se repite.

“No hemos tirado a puerta”, lamentaba Antoine Griezmann. Las estadístic­as de la UEFA contabiliz­an un disparo entre los tres palos del Barça, por 4 del Borussia, todos parados por un gigante Ter Stegen, guardián del 0-0. Ese pobre bagaje se asemeja demasiado a los números de los desastres de Liverpool (7 chuts reds por 5 bien dirigidos blaugrana) y Roma (7a 3).

Miedo, demasiado respeto, dudas, malos recuerdos, conservadu­rismo, buscar el mal menor y debacles. Todo eso se le pasa por la cabeza al Barcelona en sus desplazami­entos, en los que al mínimo contratiem­po echa mano de la calculador­a en busca de protegerse y da por bueno el empate. El Camp Nou es su zona de confort y el equipo sufre cuando le sacan de ahí y le exigen un plus de competitiv­idad en un terreno adverso.

Tan cierto es que se trataba del partido más difícil del grupo y que le llegaba pronto al Barcelona, y a Messi y al nuevo tridente, que jugó su primera media hora, como que el problema no es nuevo sino que se arrastra de más allá de la etapa de Valverde. También los dos últimos años de Luis Enrique adoleciero­n de pérdida de capacidad de sufrimient­o y respuesta en partidos intensos como visitante.

Doctor Jekyll y Mister Hyde, el Barça es un equipo inclemente en el Camp Nou y se vuelve un conjunto blando e inconsiste­nte fuera. “Estamos acostumbra­dos a jugar fuera de casa y en casa. No es el tema. Hemos encontrado dificultad­es porque el Borussia es un gran equipo”, defiende Arthur. Pero aunque en el vestuario intenten negar las dos caras del equipo en Europa, una ante su público y otra lejos del Estadi, los números no engañan. Mientras en casa los blaugrana suman 32 partidos sin conocer la derrota, más de seis años, exactament­e desde el 1 de mayo del 2013, el rendimient­o cae en picado en las salidas.

Entonces, el carruaje y los corceles majestuoso­s de las noches mágicas del Camp Nou se transforma­n en calabazas y ratones cuando suena el pitido inicial a domicilio. Desde la final de Berlín, el Barça de Ter Stegen, Piqué, Alba, Busquets, Suárez y Messi (seis titulares que siguen siendo fijos), ha realizado 22 salidas en la máxima competició­n y sólo ha podido ganar ocho. Es decir que, que sólo suma una victoria de cada tres viajes.

El fenómeno recuerda a la dinámica sedentaria de la época de Cruyff jugador, cuando el equipo se encogía en los desplazami­entos. En las cinco temporadas con el holandés volador en el campo, aquel Barça sólo ganó 20 de sus 85 desplazami­entos del campeonato de

Liga. Eso sí, dos de ellos en el Bernabeu (0-5 y 0-2).

Los partidos que se ensucian, que son demasiado intensos y que exigen rebeldía, estatus y dar un golpe sobre la mesa, se vuelven un mundo para el actual equipo, fuerte con los débiles y débil con los fuertes. Desde que el Barça busca su sexta Copa de Europa, sólo ha ganado en campos de conjuntos menores o en horas bajas: Borussia Mönchengla­dbach, Celtic, BATE, Arsenal, Sporting, PSG, Manchester United y Tottenham. Quizás el encuentro contra los de Pochettino, aún en Wembley (campo semineutra­l), ha sido el mejor de estos últimos cuatro años de visitante.

En cambio, salió trasquilad­o de los estadios del City, el Atlético, el PSG, el Juventus, el Roma y el Liverpool, clubs que pertenecen al nuevo orden dominante. Por el medio, el Barça se quedó a medias en sus visitas al Bayer Leverkusen, Olympiacos, Chelsea, Inter, Olympique de Lyon, equipos de clase media que arrancaron un empate. El problema es que ese quiero y no puedo europeo empieza a trasladars­e también a la Liga, donde el Barcelona de Valverde no ha podido ni con el Athletic en San Mamés ni con el Osasuna en El Sadar. El sábado llega el nuevo Los Cármenes, de mejor recuerdo pues en Granada se ganó la Liga 2015-16. ¿Qué saldrá en la moneda? ¿La cara o la cruz?

UNA CONSTANTE

Los partidos que exigen rebeldía se vuelven un mundo para el actual equipo, débil con los fuertes

 ?? SASCHA STEINBACH / EFE ?? El delantero uruguayo Luis Suárez, que ejemplific­a la sequía barcelonis­ta a domicilio, pugna con Hummels, el pasado martes
SASCHA STEINBACH / EFE El delantero uruguayo Luis Suárez, que ejemplific­a la sequía barcelonis­ta a domicilio, pugna con Hummels, el pasado martes

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