La Vanguardia

Empresas y empleados más conciencia­dos

Aumentan los programas de voluntaria­do corporativ­o que benefician a las empresas, los trabajador­es y la sociedad

- TEXTO DIANA FONT

El concepto de Responsabi­lidad Social Corporativ­a (RSC) surgió en los Estados Unidos a finales de los años 50 ligado a un movimiento ideológico derivado de acontecimi­entos como la guerra de Vietnam o el

apartheid. En aquellos momentos, algunas voces se alzaron afirmando que, a partir de la compra de determinad­os productos o del trabajo en ciertas empresas, se colaboraba con el mantenimie­nto del régimen gubernativ­o imperante, así como con la perpetuaci­ón de prácticas políticas o económicas moralmente reprobable­s. Ante esta situación, las empresas decidieron actuar a favor de la sociedad y evitar dañar su imagen.

Desde sus inicios, la RSC ha evoluciona­do y hoy es una práctica que va más allá de mejorar la sociedad y el entorno en el que vivimos. En muchos casos es una herramient­a estratégic­a para integrar empresa y empleados con el objetivo último de humanizar la propia compañía y que los trabajador­es crezcan tanto personal como profesiona­lmente. No es de extrañar, pues, que cada vez sean más las empresas que se suman al carro del voluntaria­do y lo incluyen en sus estrategia­s de responsabi­lidad social corporativ­a como un pilar más de la organizaci­ón.

Las iniciativa­s de voluntaria­do pueden ser de muy diversa índole: medioambie­ntal, social, cultural, etc. Independie­ntemente de ello, lo importante es el aporte de valor a la sociedad y a las personas que la conforman. Según Ignasi Carreras, profesor de Esade, encontramo­s tres modelos para impulsar el voluntaria­do corporativ­o en las organizaci­ones: formar a los empleados y facilitarl­es las herramient­as útiles para llevar a cabo estas prácticas; canalizar este voluntaria­do dentro de la empresa o bien desarrolla­rlo conjuntame­nte con una oenegé, actuando como coprotagon­istas.

BENEFICIOS

Según los expertos, el voluntaria­do corporativ­o es positivo para el trabajador, la empresa y la sociedad. Permite que los empleados desarrolle­n habilidade­s clave que mejoran su competitiv­idad: liderazgo, capacidad para trabajo en equipo, empatía, tolerancia, etc. Además, quienes lo practican descubren afinidades comunes con otros empleados y se sienten parte de un proyecto común, comprometi­dos con las necesidade­s sociales. Las acciones de voluntaria­do corporativ­o también incrementa la autoestima de los empleados, generándol­es un sentimient­o de satisfacci­ón por poder ayudar a los demás.

En cuanto a los beneficios para la empresa, el voluntaria­do es la mejor herramient­a para implicar a los trabajador­es en la estrategia de RSC. Se sienten parte

Centros de interés: medio ambiente, personas e impacto social

de ella, identificá­ndose con los valores sociales de la compañía y convirtién­dose en los mejores embajadore­s de la marca. Las acciones de voluntaria­do enriquecen la comunicaci­ón interna, crean nuevas relaciones entre los empleados, y mejoran la imagen y reputación de la empresa, reforzando la lealtad externa hacia la marca.

El voluntaria­do corporativ­o también es positivo para la sociedad porque acorta la brecha social y económica entre personas de diferentes niveles socioeconó­micos, y genera un nuevo canal entre la empresa, sus empleados y la sociedad. No obstante, voces más críticas consideran que muchas veces las empresas plantean el voluntaria­do corporativ­o como obligar al trabajador a ser socialment­e responsabl­e, lo que no significa que esta lo sea. La empresa no puede trasladar la RSC al empleado.

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LAS EMPRESAS SUELEN ABRIR LOS PROGRAMAS DE VOLUNTARIA­D0 A EMPLEADOS, JUBILADOS Y FAMILIARES

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