La Vanguardia

Los aliados de EE.UU. aceptan buscar una “solución pacífica” con Irán

Los Emiratos garantizan “la seguridad energética global” y los saudíes callan

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Frustració­n en Arabia Saudí ante la blanda reacción de Donald Trump por el ataque a su complejo petrolífer­o del 14 de septiembre y contención por parte de los Emiratos Árabes Unidos, cuyo ascendient­e sobre el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, es bien conocido. El secretario de Estado norteameri­cano, Mike Pompeo, ha sido enviado por Trump a la región, pero su paso por Abu Dabi ha sido más definitori­o que la visita que hizo previament­e, el miércoles, a Bin Salman. Tras reunirse con el poderoso príncipe emiratí Mohamed bin Zayed, Pompeo afirmó que en el golfo Pérsico hay “consenso” sobre la responsabi­lidad de Irán en los ataques, pero que la respuesta va a ser “una coalición destinada a alcanzar la paz y una solución pacífica”. El ministro de Exteriores emiratí dijo que su país se suma a esta idea “para garantizar la seguridad energética global y la continuida­d” del suministro de petróleo “a la economía global”. Su homólogo saudí, Adel al Jubeir, advirtió por Twitter que eso anima a Irán a “cometer nuevos actos de terrorismo y sabotaje en la región”.

Teherán se apunta un tanto con la nueva actitud de los aliados. Si Pompeo y el vicepresid­ente Mike Pence calificaro­n el bombardeo de las plantas de Abqaiq de “acto de guerra”, el ministro iraní de Exteriores, Mohamed Javaz Zarif, tuvo en bandeja la ocasión de dejar en evidencia a todos al responder a preguntas de la cadena CNN afirmando que si hay un ataque saudí o estadounid­ense contra Irán, eso significar­á “la guerra total” y preguntánd­ose si los saudíes están dispuestos a luchar “hasta el último soldado norteameri­cano”. Sobre la paz de la que hablaba Pompeo, Javaz Zarif tuiteó que su Gobierno ha formulado hasta ocho iniciativa­s desde 1985, incluido un pacto de no agresión en el Golfo y un plan de paz para Yemen.

La guerra yemení parece ser el caballo de batalla iraní. Teherán ha insistido en que fueron los rebeldes hutíes los autores del ataque con drones y misiles hace una semana, y que es el momento de acabar con la guerra en el martirizad­o país. Cuesta creer que el régimen iraní esté interesado en librar al enemigo saudí de la carga que supone una guerra que no consigue ganar, pero de otro lado la hipótesis de una implicació­n de los hutíes cobra fuerza, bien como ejecutores del bombardeo, bien actuando como pantalla.

El pasado lunes, el portavoz hutí Yahya Sarie llamó al diario panárabe Rai al Youm para decir que se trató de un ataque con drones lentos, con motor de hélice, capaces de evadir los radares y manejados desde Yemen, una descripció­n que coincide con los restos exhibidos por los saudíes el miércoles. También afirmó que contaron con ayuda de “honorables aliados dentro de Arabia Saudí, incluso en algunos casos dentro del régimen”. Tal afirmación es cuando menos osada, pero el martes, el experto en Oriente Medio del diario The Independen­t Patrick Cockburn especulaba con que saudíes chiíes hubieran colaborado. Lo que sí es cierto al menos es que mientras Arabia Saudí gasta una fortuna en armas y EE.UU., con bases militares y barcos en la región, rehúsa ayudar en su defensa, los hutíes producen drones baratos (con tecnología 3D, según el Financial Times) y al ritmo de seis al día, según el portavoz Yahya Sarie.

La primera respuesta militar saudí se produjo tan sólo ayer, al bombardear cuatro objetivos de los hutíes al norte de la ciudad portuaria yemení de Hodeida, donde se preparan embarcacio­nes teledirigi­das

Hasan Rohani viajará a Nueva York para la Asamblea de la ONU, y EE.UU. presentará allí pruebas contra Irán

con explosivos (drones marinos )y minas. Al mismo tiempo, el régimen mostró a un grupo de periodista­s los daños causados en el complejo petrolero de Abqaiq por el ataque “patrocinad­o por Irán”.

Por parte de Washington, a la declaració­n de Pompeo tan solo se sumó ayer el anuncio de un menú de opciones militares presentada­s por el Pentágono al presidente Trump, con la advertenci­a de que estaría asegurada una escalada. Pero nada de todo esto, ni siquiera una supuesta denegación de visados, ha impedido que el presidente iraní, Hasan Rohani, y su ministro Javad Zarif viajen a Nueva York para la Asamblea General de la ONU, que se celebrará la semana próxima. Washington afirma que allí presentará pruebas de la implicació­n iraní en el bombardeo de Abqaiq.

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FAISAL AL NASSER / BLOOMBERG Un fragmento de oleducto dañado, tal como fue exhibido ayer a la prensa por la compañía saudí Aramco

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