La expanadera convertida en la jefa del dancehall
Bad Gyal nació en el 2016. Fue cuando Alba Farelo colgó el vídeo de Pai, su primera canción, en la red. Era un mejunje de su invención, con la música de Work de Rihanna y letra en catalán que llegó a tener casi tres millones de visualizaciones y que invitó a la web musical estadounidense Pitchfork a dedicarle un artículo de portada en octubre del 2017. Así es como esta exestudiante pudo dejar de trabajar en la panadería de su pueblo, Vilassar de Mar, para dedicarse de pleno a la canción. Y convertirse, según dicen sus seguidores, en la auténtica jefa del dancehall, que según explica no es trap sino la evolución electrónica del reggae jamaicano que también proporcionó el reguetón.
A sus 22 años trabaja con su propio equipo. Es ella la que manda y la que decide. La que planea las giras y la que ha hecho que su vida se convierta en un gran divertimento repleto de viajes y momentos fascinantes. Las uñas postizas, las extensiones de pestañas, el rubio oxigenado y un vestuario que, como ella, es siempre de lo más extravagante y exagerado se han convertido en el uniforme de esta catalana conocida también por sus canciones Fiebre y Mercadona. Y más recientemente, por Santa María, producida por Cadenza, canción que llegaba al número uno en tendencias de Youtube a pocas horas de su publicación.
Le gusta provocar y vestir de forma provocadora, pero tiene muy claro que lo hace porque quiere. Nadie la obliga. Es ella quien decide en este mundo suyo, el del dancehall, generalmente dominado por hombres que no siempre saben comportarse. Todavía hay algunos, asegura sin morderse la lengua, que quieren aprovecharse a nivel económico y sexual.
La portavoz más acreditada de la rabia millennial tiene una proyección de lo más internacional. Con pocos precedentes en la música urbana y callejera española, puede que aún no tenga el empuje mediático de Rosalía, pero no puede quejarse de lo rápido que va su carrera.
Ha sonado en varias ocasiones en la emisora digital NTS y ya ha estado de gira por Estados Unidos y Asia (Hong Kong, Shanghai y Tokio). También los gurús de la moda se la rifan como la nueva reina de la calle. “Por el barrio ya saben qué pussy es el que manda” es una de las frases favoritas de esta cantante que en febrero del 2018 lanzó su segundo álbum, World Wide Angel, tras presentar como adelantos Blink y Candela, y que recientemente ha firmado un contrato con Interscope y Aftercluv, sellos pertenecientes a la multinacional Universal Music Group.
Con el tiempo ha aprendido a moverse en el escenario, pero también fuera de él, de forma que sabe perfectamente cómo afrontar las críticas. Y cómo responder a quienes dicen que se sexualiza para vender y que su show degrada a la mujer. En su opinión, eso es “una locura”. Añade que son comentarios de un público que no ha seguido su carrera y que “no está preparado para nuevos estilos y cambios en la música española”.
Precisamente por esa razón seguirá vistiendo, maquillándose y peinándose a su manera y dejando en segundo plano a la niña rubia de piel clara que mueve a Bad Gyal.