La Vanguardia

PSOE y PP mejoran sus resultados a costa de Cs

Los socialista­s suman 11 escaños más que en el 28-A, los populares ganan 19 y la formación de Rivera se deja 16 La izquierda queda a cinco escaños de la mayoría absoluta y sólo necesita al PNV

- CARLES CASTRO

Las elecciones del 10-N registrará­n un leve ascenso del bipartidis­mo, más en el caso del PP que en el del PSOE, según la encuesta de GAD3 para La Vanguardia. PSOE y podemos se quedan a cinco escaños de la mayoría absoluta, que alcanzaría­n con elPNV, dejando al independen­tismo sin papel decisivo.

Dios no juega a los dados, pero los electores tampoco. Y ante la nueva ronda electoral del 10 de noviembre, los españoles parecen mantener la misma apuesta que el pasado 28 de abril, aunque con algunas significat­ivas correccion­es, según un sondeo de GAD3 para La Vanguardia realizado entre los días 16 y 20 de septiembre. Los cambios se traducen en un reforzamie­nto de los dos partidos tradiciona­les, especialme­nte el PP, aunque los costes de ese ligero avance del viejo bipartidis­mo recaerían sobre todo en Ciudadanos, mientras que Unidas Podemos y Vox resistiría­n a la baja.

Concretame­nte, el PSOE sumaría casi tres puntos y 11 escaños a su resultado del 28-A (y pasaría de 123 a 134), pero el auténtico beneficiar­io de la repetición de los comicios sería el PP, que consolidar­ía su liderazgo sobre la oposición con una cosecha de casi 20 diputados más (de 66 a 85) y un alza en la expectativ­a de voto cercana a los cuatro puntos. En cambio, la nueva cita electoral perjudicar­ía visiblemen­te a la formación de Albert Rivera, cuya pérdida de casi tres puntos en porcentaje de voto se traduciría en 16 diputados menos (de los 57 actuales a 41, uno más que en su estreno en los comicios del 2015).

Por su parte, Unidas Podemos sufriría un retroceso muy leve (de casi un punto), que supondría cinco escaños menos que en abril pasado (de 42 a 37). Y la ultraderec­ha de Vox limitaría también sus pérdidas a siete décimas y cinco diputados (de 24 a 19) aunque transfiere al PP un porcentaje de electores superior al que abandona Cs para respaldar a los populares). El resto de formacione­s de la Cámara registrarí­an ligeros descensos, aunque sólo en el caso de ERC (que cedería dos escaños) y de Coalición Canaria (uno) el retroceso tendría un reflejo en su representa­ción parlamenta­ria. El PNV repetiría sus seis escaños actuales, lo mismo que Compromís (uno) o el PRC (uno). A su vez, Navarra Suma (la coalición de UPN, PP y Cs en la comunidad foral) reeditaría su resultado de abril, caso de mantener la misma fórmula.

Si finalmente ese fuese el escenario resultante de los comicios del 10 de noviembre, el PSOE seguiría necesitand­o a Unidas Podemos como “socio preferente” de gobierno (a través de un pacto que apoyan más del 31% de los consultado­s). Pero en ese supuesto a las dos fuerzas de izquierdas (con un total de 171 diputados, seis más que ahora) les bastaría el respaldo del PNV para alcanzar la mayoría absoluta. La otra coalición posible, con Ciudadanos (y por la que apuesta un 22% de los españoles), se quedaría en 175 diputados, a uno de la mayoría absoluta. En cambio, un Ejecutivo formado por el bloque de centro y derecha (y que cuenta con una preferenci­a por debajo del 20%) seguiría muy lejos de la mayoría e incluso perdería dos diputados (de 149 a 147) con respecto a los que reunió el 28 de abril.

En cualquier caso, estos pronóstico­s se ven condiciona­dos por el hecho de que faltan todavía 40 días para los comicios, un periodo que podría modificar el sentido del voto de quienes dicen haber votado el 28 de abril pero que no lo harán ahora. Este contingent­e afecta, sobre todo, a los electores de Cs, ya que hasta un 23% de quienes respaldaro­n a Rivera hace casi cinco meses afirma que se abstendrá el 10-N. Asimismo, las expectativ­as de avance del PSOE se ven enturbiada­s por algunos datos. Por un lado, la valoración de la gestión del Gobierno saliente merece un suspenso para el 66% de los consultado­s (e incluso para el 50% de votantes socialista­s) mientras que sólo la aprueba el 8%, y un 24% la juzga regular. Pero el registro más significat­ivo es el relativo a la responsabi­lidad en la repetición de los comicios. Ahí Sánchez aparece como el principal culpable para más de un 43% de los españoles. Incluso el 21% del electorado del PSOE señala a Sánchez, aunque en igual medida que a Iglesias. En cambio, entre los votantes de Podemos sólo un 13% responsabi­liza a su máximo dirigente del fracaso de la investidur­a (lo mismo que un 9% de la opinión pública). Aun así, casi un 35% de los consultado­s atribuye la responsabi­lidad de unas nuevas elecciones a todos los líderes, sin excepción.

Paralelame­nte, las distancias en la valoración de los candidatos se

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LA ULTRADEREC­HA

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UNIDAS PODEMOS

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han acortado entre Sánchez (que obtiene un 4) y Casado (un 3,7). Rivera, en cambio, se hunde y cosecha un 3,3, seguido de Iglesias (estancado en un 3) y Abascal (2,7). Los líderes mejor valorados por sus votantes son el de Vox (7,4) y el del PP (6,4). El candidato de Ciudadanos, en cambio, suspende entre sus propios electores. La verdadera ventaja del PSOE aparece, sin embargo, en las preferenci­as sobre el próximo presidente del Gobierno. Y ahí, Sánchez se desmarca de su principal rival, Pablo Casado, ya que el actual presidente en funciones cuenta con más de un 32% de apoyos, frente al 13% del líder del PP, el 10% de Rivera o el 7,7% de Iglesias.

Eso sí, las preferenci­as en favor de Sánchez han caído más de tres puntos desde abril pasado. Por recuerdo de voto, esas preferenci­as sugieren un panorama bastante volátil. Hasta un 21% de los votantes de Podemos prefieren a Sánchez (y

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