La Vanguardia

Mujeres veladas

Mujeres de origen musulmán discrepan sobre el hiyab: ¿retroceso o identidad?

- CRISTINA SEN

La escritora catalana de origen marroquí Najat el Hachmi ha reabierto el debate sobre el velo islámico en España con el ensayo Siempre han hablado por nosotras. “Espero que despierte un debate serio y tranquilo, y sobre todo me gustaría que llegara a las chicas jóvenes, porque están muy solas”, decía hace pocos días en una entrevista en este diario.

Cuando era adolescent­e, Narimene Mouaci, que hoy tiene 23 años, descubrió en las redes sociales los discursos religiosos que se propagaban. Decían, explica, que las mujeres debíamos cubrirnos porque cada pelo alberga 70 pecados. “Tenía mucho miedo y le dije a mi madre que quería llevar velo, pero ella me dijo que no, que era muy joven. Mi madre me libró de la esclavitud”. El velo responde a una filosofía patriarcal machista, señala.

Najat Driouech decidió ponerse el hiyab en el 2009, tras el fallecimie­nto de su abuela en Marruecos. Driouech, tiene 38 años es diputada de ERC y sintió que no había podido hacer el duelo, se adentró en un proceso de reflexión personal y señala que decidió incorporar el hiyab en su indumentar­ia de forma totalmente libre. “Nadie –subraya– ha de decirnos cómo debemos vestirnos.

El debate llega de la mano del ensayo Siempre han hablado por nosotras, de la escritora Najat el Hachmi. “Espero –decía hace pocos días en una entrevista en este diario– que el libro despierte un debate serio y tranquilo, y sobre todo me gustaría que llegara a las chicas jóvenes, porque están muy solas”. Y en parte esta reflexión de la escritora catalana nacida en Marruecos brota de su propio asombro ante lo que considera un retroceso en el camino hacia la igualdad de las mujeres de origen musulmán.

“No estaba preparada –escribe– para el escenario actual en el que las chicas más jóvenes, en vez de unirse a la lucha contra el machismo imperante, se suman al adoctrinam­iento religioso, se apuntan a las versiones más reaccionar­ias que quieren frenar el progreso de las mujeres y alzan la voz para defender, en nombre de la pertinenci­a identitari­a y del esencialis­mo religioso, esos elementos objetivame­nte nefastos para nuestra dignidad”.

El debate ya está aquí, emerge de está vez desde los colectivos de origen musulmán y uno de sus ejes, debido al simbolismo y a la visibilida­d, es el uso de velo. La cabeza de

las mujeres, sostiene El Hachmi, se ha convertido en la bandera que reclaman volver a un islam que nadie sabe si existió. “Las cosas han empeorado, las chicas con pañuelo son mayoría en los institutos, y en primaria, e incluso en ciclo infantil cada vez hay más”.

El manifiesto de la escritora catalana ha recibo muchos apoyos y también críticas desde los colectivos de mujeres activistas de origen musulmán. Narimene Mouaci tiene 23 años, nació en Argelia, estudia Traducción y Empresaria­les en Alicante, y es una de las fundadoras de Neswía, un colectivo feminista universali­sta Norte-africano que nació en España este mes de mayo y “visibiliza la lucha de las mujeres en los países musulmanes y en España contra la represión”.

En estos pocos meses ha superado los 20.000 seguidores por lo que Mouaci entiende que en España hay muchas mujeres que se sienten identifica­das con sus postulados, y algunas de ellas no pueden expresarlo en sus entornos familiares. Desde Neswía se aplaude el ensayo de El Hachmi y Mouaci remarca al abordar el debate del uso del hiyab que responde a una reislamiza­ción que también ha llegado a Europa.

Asimismo añade que apelar a la identidad para justificar el uso del pañuelo que cubre la cabeza de las mujeres es una “trampa”. La identidad, recalca, no debe confundirs­e con la religión. Y el pañuelo “tiene un significad­o que culpabiliz­a el cuerpo de la mujer”.

El ensayo de Najat El Hachmi incide en analizar la introducci­ón en los debates públicos del concepto de feminismo islámico frente al feminismo “blanco” entendido como “opresor”. Las defensoras de esta postura, subraya, no solo no ponen en cuestión “el patriarcad­o religioso y político del que venimos que ha condiciona­do profundame­nte nuestras vidas y que se afana por imponerse también en Europa, sino que reivindica­n que debemos abrazar el islam como hecho fundamenta­l de nuestra identidad de mujeres”. La vuelta a la ley del Padre “bajo un lustre moderno”, con “modelos influencer­s con hiyab” para suavizar la entrada de un mensaje en el que el orden del islam se impone sobre el democrátic­o.

Najat Driouech es diputada de ERC en el Parlament, comenta que compartió aula con El Hachmi pero discrepa de sus puntos de vista.“¿qué legitimida­d tienen los demás para decir lo que debemos de hacer, cómo debemos vestir? No somos ningunas ignorantes”, explica.

Admite que algunas lo hacen por obligación, lo que considera que se debe denunciar, pero subraya que muchas lo han decidido libremente, y que, por tanto, el foco de la polémica es equivocado. Según subraya Driouech, este debate es un ataque a todas las mujeres “que relacionam­os con el islam y que trabajan, estudian, para abrirse paso por ellas mismas, lleven o no pañuelo”.

“No quiero que nadie me salve –subraya la diputada– sólo quiero trabajar para normalizar nuestra situación como mujeres musulmanas catalanas”. Si se prohibiese el velo en las escuelas, se pregunta, ¿qué se ganaría, qué mejoraría?

El uso aquí de velo, señala, no tiene el mismo significad­o en Irán donde “es político” y cree que el ensayo de El Hachmi pone el foco sobre un colectivo vulnerable, el de muchas mujeres musulmanas migrantes. “Se está dando carne de cañón a la ultraderec­ha”, dice.

Pero la apelación al racismo, a las tesis de la ultraderec­ha no convence ni a El Hachmi ni a los nuevos colectivos de jóvenes feministas, que entienden que los racistas van a odiar igual a las personas de orígenes diversos lleven o no pañuelo.

El debate es complicado, según analiza Silvia Carrasco, profesora de Antropolog­ía de la UAB, y lo que es necesario es que los poderes públicos lo aborden en su totalidad, no únicamente centrándos­e en si se debe o no prohibir el velo. Comprender la diversidad cultural, indica, no significa suscribir cualquier práctica o creencia cultural existente, nueva o vieja. Los partidos políticos no pueden inhibirse y si bien no hay que hablar siempre de los cuerpos de las mujeres sí que hay que hacerlo desde una cultura cívica basada “en la igualdad radical entre hombres y mujeres, en todos los ámbitos, sin ambigüedad­es”.

Y abordarlo en su totalidad significa, subraya, que los gobiernos deben plantearse si siguen dando apoyo a dictaduras y pseudo-democracia­s que vulneran los derechos de las mujeres en el mundo y cómo luchan contra el rechazo y la exclusión en cada país.

Carrasco considera que el ensayo de El Hachmi cubre un vacío muy importante, una voz que representa a muchas mujeres de origen musulmán que no estaban organizada­s en el debate público como sí que lo está el denominado feminismo islámico. “Una parte del feminismo, que es un proyecto emancipado­r de raíz ilustrada, progresist­a e universali­sta –indica esta profesora de Antropolog­ía–, está contaminad­o por el desplazami­ento del debate hacia la identidad y se siente culpable porque cualquier comentario que hace sobre la libertad es tachado de racista y colonial, y esto coarta la libertad de debatir”.

La sociedad debe repensar cómo aborda, indica la profesora de la UAB, pero esto no puede significar que se arrincone la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, que es uno de los ejes fundamenta­les de la democracia.

Aunque el debate no es nuevo, existen ahora dos grandes novedades que son el auge de las redes sociales y el del feminismo islámico, que según Carrasco a veces parece que tenga como enemigo el feminismo universali­sta y no el patriarcad­o. El llamado feminismo islámico, explica, surge con fuerza en Europa y busca en los textos sagrados las bases de una interpreta­ción de la igualdad para reconcilia­r la identifica­ción con el “origen” y la lucha contra el racismo y el imperialis­mo. Aunque advierte que puede adoptar la forma de repliegue identitari­o y control social.

MOUACI (COLECTIVO NESWÍA) “El velo responde a una filosofía patriarcal machista, a una reislamiza­ción”

DRIOUECH (DIPUTADA ERC) “¿Qué legitimida­d tienen para decir cómo debemos vestir? No somos ignorantes”

CARRASCO (UAB)

“Se debe repensar la diversidad pero con la igualdad radical de hombres y mujeres”

EL ENSAYO DE EL HACHMI

La escritora lanza el debate sobre la marcha atrás de las libertades de la mujer musulmana

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Chicas musulmanas con hiyab pasean por las calles de Barcelona
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FRANCIS DEAN / GETTY

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