París sufre el retorno de disturbios que amenazan con hacerse endémicos
Las protestas violentas retornaron ayer a París, donde la alteración de la vida ciudadana debido a las periódicas algaradas callejeras se está convirtiendo en un problema endémico. El balance provisional fue de más de 160 detenidos y centenares de personas multadas. Entre los arrestados figuró el transportista Éric Drouet, una de las figuras más conocidas de los chalecos amarillos.
En la capital francesa confluyeron la manifestación sindical contra la reforma de las pensiones, una marcha contra el cambio climático, la movilización de los chalecos amarillos (la número 45 desde que nació el movimiento, en noviembre del año pasado) y la presencia de black blocs (grupos antisistema de izquierda) y de elementos de extrema derecha dispuestos a sembrar el caos. Era el cóctel ideal para que hubiera incidentes. No se pudieron evitar, a pesar de la presencia de 7.500 agentes del orden y de los controles preventivos en las autopistas de acceso a París.
La policía estableció un férreo perímetro de seguridad en las calles cercanas al palacio del Elíseo y a la sede del Ministerio del Interior. Pese a ello, se produjeron en las inmediaciones enfrentamientos, cargas y lanzamiento de granadas lacrimógenas. Hubo quema de papeleras, de patinetes y bicicletas. La policía actuó con prontitud, en pequeños grupos, ante cualquier conato de disturbio. “En Francia ya no existe el Estado de derecho”, protestó una manifestante a la que un agente inspeccionó la mochila. Al comentarle que los parisinos y los comerciantes están mostrando mucha paciencia con las protestas, que se prolongan desde hace más de diez meses, la interlocutora contestó: “Muchos de ellos (los comerciantes) venden productos de China. Cada uno que asuma su responsabilidad”.
El gerente de una tienda de vinos de la calle Faubourg Saint-honoré intentaba tomarse con filosofía la situación. “Estamos a doscientos metros del poder y no hacen nada”, comentó Éric. “El poder está protegido pero nosotros no, ja, ja. C’est la France’!”. “Creo que las protestas continuarán al menos hasta las elecciones municipales de marzo –agregó Éric–. Para muchas personas se ha convertido en un juego”.
“¿Cómo soportan la presión de estos despliegues continuos, cada sábado?”, le preguntamos a un joven agente antidisturbios. El policía ofrece una respuesta entre patriótica e irónica: C’est l’amour à la République, monsieur!
Una manifestante dice no lamentar las pérdidas de las tiendas porque muchas venden productos de China