La sacudida de la sentencia
La sentencia del Supremo puede alterar el resultado de las generales del 10-N y el mapa político catalán, que está en plena transformación para encarar unas elecciones al Parlament decisivas. En ambos casos abonando opciones extremas.
Doce diputados fueron los que aportó el PSC a la victoria de Pedro Sánchez. Los socialistas quedaron segundos en Catalunya en las generales de abril, un poco por detrás de ERC. La lectura de aquel resultado fue nítida. Los catalanes premiaron los mensajes de entendimiento. Tanto el PSC como ERC, junto con los comunes, constituyen una sólida mayoría que defiende salidas tranquilas y transversales al conflicto catalán, mientras Jxcat por un lado, y Ciudadanos y PP por el otro, se mantienen en la dinámica de bloques. La encuesta que mañana publicará La Vanguardia, con alguna ligera variación, envía en esencia el mismo recado. En cambio, Ciudadanos sigue a la baja y Jxcat se mantiene en los niveles más bajos de la historia del espacio convergente. Las posiciones irreductibles no tienen premio.
El sondeo revela que estamos ante el primer signo de que el tablero político catalán empieza a cambiar. Pero la política es hoy una sucesión de ráfagas impulsadas por emociones. Y en el horizonte catalán se vislumbran nubarrones que pueden apuntalar esa tendencia o retrotraernos al 2017.
¿Cuáles son los cambios que ya se están gestando? El primero es la reafirmación del giro de ERC. Oriol Junqueras fue determinante en la declaración unilateral de independencia, pero después de aquel fiasco no dudó en redirigir la maniobra y, dos años después, pese a no pocas resistencias en el seno de su partido, mantiene de momento el rumbo hacia actitudes pragmáticas. Esquerra afronta al mismo tiempo un relevo de liderazgos y de estrategia que sólo podrá consolidarse si las expectativas se convierten en realidades, es decir, en la ocupación de más espacios de poder.
La segunda transformación política en Catalunya afecta al espacio de la antigua Convergència. Aquí los movimientos tectónicos han engullido a dirigentes, proyectos y perfiles ideológicos, pero aún pueden provocar sacudidas más fuertes. Unas 200 personas se reunieron ayer en Poblet para reflexionar sobre el futuro de Catalunya desde posiciones que van del catalanismo al independentismo tranquilo. Entre los congregados figuran exdirigentes de Convergència descontentos con la impronta que Carles Puigdemont ha venido marcando desde hace más de tres años.
El encuentro de Poblet es el probable germen de un nuevo partido que abrazará un independentismo sin prisas que pretende recuperar identidad ideológica después del periodo de listas conjuntas y alianzas con fuerzas antagónicas como la CUP. Este núcleo se coloca al margen de otros actores surgidos al calor del descontento con el giro de la antigua CIU, como Lliures o Units y aspira a atraer a cargos que siguen sin entusiasmo en el PDECAT.
Mientras, en el mundo de Jxcat se dirimirá también su particular pugna por el poder, entre los afines a Puigdemont, el PDECAT y la Crida de Jordi Sànchez. La confección de la lista de Jxcat para las generales puede ser un buen indicador de si el expresident impone su criterio sin contemplaciones, tal como ha hecho hasta ahora, o se aviene a componendas con moderados del PDECAT.
La metamorfosis de este mundo político deberá culminar para las elecciones catalanas, que ya se pueden situar más tarde de lo previsto. La repetición de las generales aleja otra convocatoria en Catalunya como mínimo hasta principios del 2020. Incluso más allá si ERC logra el apoyo de los comunes al presupuesto, algo que no puede descartarse si Ada Colau accede a un acuerdo con los republicanos que le facilite la aprobación de las cuentas municipales en Barcelona. Ensayos para el futuro.
El elemento impredecible es la irrupción de la sentencia del Supremo en la primera quincena de octubre. Sólo si algún magistrado pide en el último momento emitir un voto particular, la sentencia se dejaría para después del 10-N. Pero la intención es evitar la prórroga de la prisión preventiva, el 16 de octubre para dos acusados. La reacción social y política a la sentencia marcará las generales y la tensión ambiental suele reforzar las posiciones más extremas. Pero sus efectos también sacudirán la evolución de la política catalana, incluida la decisión más difícil para Puigdemont: seguir eludiendo a la justicia española o ingresar en prisión lanzando un nuevo órdago, presentarse como candidato a presidir la Generalitat.