La Vanguardia

‘Fum, fum, fum’

- JOAN DE SAGARRA

El pasado 28 de julio, antes de irme a Espot “de vacaciones”, escribí una Terraza en la que hablaba de la “sabrosa y contundent­e columna” del colega Joaquín Luna, en la que, respondien­do a la señora Alba Vergés, consellera de Salut de la Generalita­t de Catalunya, sobre su intención de prohibir fumar en las terrazas al aire libre de este bendito país, Joaquín escribía: “Vivo en Barcelona: pronto será más fácil que me violen –es un decir–, me arranquen el reloj a hostias, me vendan cocaína o me atropelle un patín eléctrico que poder fumar en una terraza entre ruidos y polución”.

Al llegar a Espot, al Saurat, el hotel de mis “vacaciones” –un mes o poco más o, mejor, un poco menos– me encontré con este e-mail: “Hotel Saurat. Benvolguts. Agrairé feu arribar aquesta nota al sr. Joan de Sagarra. Moltes gràcies, Gregori Valencia Parera”. La nota decía así: “Benvolgut sr. de Sagarra. Era amic de Juan Julio Bonet Sugrañes (compañero mío en los Jesuitas de Sarrià) i ens hem saludat no fa gaire mentre dinaves en una terrassa vora del passeig de Sant Joan”, (¿sería el Adonis o La Corrala? Vete a saber). Y seguía: “Aquesta nota és per comentar que la teva darrera Terrassa a La Vanguardia sobre els drets de fumar en públic m’ha fet recordar una anècdota que em va passar ja fa anys. Fou en un concert de boleros de la Mayte Martín y en Tete al convent de Sant Agustí, a l’aire lliure. Ara miro el CD d’aquell concert i veig que fou el 1996. El cas és que em va tocar seure al costat d’una persona que fumava un cigar. Jo no soc fumador i vaig protestar als organitzad­ors, sense massa èxit, perquè vaig fumar, de segona mà, cigar tot el concert. Ara, donant-li voltes, veig que hi ha una remota possibilit­at de què aquesta persona fossis tu, que anaves acompanyat per un amic. Ja diràs què hi ha de cert en aquesta remota hipòtesi sobre les meves passades vivènque cies. Espero i desitjo que estiguis bé tot i passant unes vacances com cal fora del brogit de Barcelona. Amb una salutació ben cordial, Gregori Valencia Parera”.

En Espot, en el Saurat, no tengo por costumbre contestar ningún e-mail. Porque en mis “vacaciones” no suele haber ordenador, ni móvil, ni nada parecido. Sólo libros y alguna voz amiga: este año la de Charles Trenet. Pero, amigo Gregori, le voy a responder ahora. Empezaré por decirle –perdone que no le tutee– que no recuerdo, y gozo de una excelente memoria, haber asistido jamás, a un concierto de boleros de Mayte Martín y del Tete en el convento de Sant Agustí, al aire libre.

Es cierto que en el año de aquel concierto yo solía fumarme un habano en las terrazas, al aire libre, como, muy de vez en cuando, lo sigo haciendo en el Zurich o en el Bauma barcelonés; en la terraza del Select, en mi barrio parisino de Montparnas­se, o en la terraza del triestino Café de los espejos. Pero, ojo, antes de encender mi cigarro, tengo por costumbre preguntarl­e al vecino si le molesta, y si le molesta, no fumo. Ahora bien, si el primero en llegar soy yo, y enciendo mi cigarro y, al cuarto de hora llega un señor o una señora que me pide que lo apague, muy cortésment­e le respondo que no, que aquí está permitido fumar, que yo he llegado antes y que se busque otro sitio o que aguarde a que acabe con mi cigarro.

Hasta hace poco esto funcionaba y sigue funcionado así, sin mayores problemas. Pero ahora la cosa ha cambiado. Amenazan con prohibir fumar en las terrazas. Lo irritaba al colega Luna y a un servidor.

Vamos a ver, en el 2007, antes de imponer un veto total al tabaco en los bares y restaurant­es de esta ciudad se decidió crear zonas de fumadores y no fumadores en los mismos para terminar acorraland­o a los fumadores en las terrazas. Ahora, lo que se persigue es prohibir fumar incluso en las terrazas, para defender los derechos de aquellos fumadores “de segona mà”, víctimas de aquellos irresponsa­bles, por llamarles de algún modo, de que habla el señor Gregori Valencia Parera y de los no menos irresponsa­bles organizado­res de aquel concierto de boleros en que no atendieron a sus quejas.

¿Quién ganará? Pues la señora Alba Vergés, la consellera de Salut de la Generalita­t. Y si antes, después de almorzar o cenar en tal o cual restaurant­e de Barcelona, tu amigo o amiga, antes de que llegase el postre o el café, se iba a fumar un pitillo o lo que fuese en la terraza del restaurant­e, ahora te encontrará­s con que tu amigo o amiga se va a fumar su cigarrillo o lo que sea a cinco, diez, quince metros de la terraza, detrás de aquel container en el que un cuarto de hora antes un turista, ligerament­e borracho o no, se acababa de mear.

En el 2007, antes de decretar un veto total al tabaco en el interior de bares y restaurant­es, yo propuse, en estas páginas, en esta sección, que, en los barrios de Barcelona, los restaurant­es y los bares pudiesen elegir si admitían fumadores o no. Como en este pueblo en el que sus habitantes van a decidir si quieren correbous o no.

En mi barrio, en lo que yo estimo mi barrio, contabilic­é 19 bares y cinco o seis restaurant­es. Si quieres fumar vete a F y si no quieres fumar no te muevas de H. Cada bar, cada restaurant­e, escoge –propietari­o/s, empleados y clientes “de toda la vida”– una cosa u otra. Pues no, no funcionó. Perdón, no lo autorizaro­n. Todo sea “per la salut del poble català”. Amén.

Antes de encender mi cigarro, tengo por costumbre preguntarl­e al vecino si le molesta, y si le molesta, no fumo

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ÀLEX GARCIA Ciudadanos fumando en una terraza de Barcelona
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