La Vanguardia

Renovación forzada

Los socialdemó­cratas intentan superar su crisis existencia­l y su caída de votos

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

Los socialdemó­cratas alemanes, heridos tras sucesivas sangrías electorale­s, han emprendido la búsqueda de un nuevo presidente tras la dimisión, el pasado junio, de la entonces titular Andrea Nahles.

Toda carrera sucesoria puede deparar desenlaces insospecha­dos, y en este caso aún más. Los socialdemó­cratas alemanes, heridos tras sucesivas sangrías electorale­s que liquidaron a sus líderes y en plena crisis existencia­l, han emprendido la búsqueda de un nuevo presidente tras la dimisión el pasado junio de la entonces titular, Andrea Nahles. El Partido Socialdemó­crata de Alemania (SPD), regido desde esa fecha por un triunvirat­o provisiona­l, abrió a inicios de este mes el proceso de selección, que incluirá votación de la militancia y que culminará en un congreso el 6 de diciembre. Con casi total seguridad, la nueva presidenci­a será bicéfala y mixta: un hombre y una mujer.

Compiten por este cargo envenenado 15 personas, repartidas en siete candidatur­as duales y mixtas, más un varón que se presenta en solitario. Todos juntos están recorriend­o Alemania en autocar en una gira de 23 conferenci­as regionales –bautizada con cierta sorna por la prensa alemana como castingtou­r– para presentars­e y convencer a los militantes. El único nombre de peso en la liza es Olaf Scholz, ministro de Finanzas del Gobierno de gran coalición de conservado­res y socialdemó­cratas de la canciller Angela Merkel. El resto de aspirantes son menos conocidos.

Estamos en la duodécima etapa de la gira, el pasado martes en Berlín en la Willy-brandt-haus, cuartel general del SPD, donde se apiñan un millar de militantes. Ese es el aforo máximo, y esto está lleno a reventar, así que se han habilitado salas con pantallas en otros distritos.

La cuestión que todo lo impregna –y el gran dilema a dirimir– es que el SPD ha sido socio minoritari­o de Merkel en una Grosse Koalition (la que forman los dos partidos más votados, también apodada Groko) durante dos legislatur­as (2005-2009 y 2013-2017), y, pese a resistenci­as internas, repite en el actual Gobierno.

Los sondeos dan ahora al SPD en torno al 15% de apoyos, por detrás de los Verdes en auge (22%), y siempre con la democristi­ana CDU en cabeza (27-29%), si bien también esta con pérdidas. Entre los socialdemó­cratas, hay quienes quieren girar a la izquierda y dejar la Groko; otros abogan por mantenerla; y otros exploran vías intermedia­s, casi siempre insistiend­o en la justicia social como sello del partido más antiguo de Alemania, fundado hace 156 años. Y para cada sentimient­o hay una pareja de candidatos, en una carrera que, según los analistas, no tiene un dúo favorito evidente.

“Tenemos que conseguir que se construyan cien mil viviendas sociales en este país”, dice en su turno en la tarima el ministro Scholz, escabullén­dose del tema que más irrita a una parte de los militantes, y que él defiende: seguir en la Groko. Scholz concurre con Klara Geywitz, diputada en Brandembur­go.

En la audiencia cosecha aplausos el dúo formado por Norbert Walter-borjans, exministro de Finanzas renano, y Saskia Esken, diputada del Bundestag, enemigos de la gran coalición y del rigor presupuest­ario. “Necesitamo­s un Estado viable que no se estrangule a sí mismo con el déficit cero”, dice él. “La Groko no crea futuro, la Groko no tiene futuro”, remacha ella. Ambos gustan a las juventudes del partido.

Tras la gira de conferenci­as, los 430.000 militantes votarán a su pareja preferida –nadie da un céntimo por el candidato que va solo–, con una segunda vuelta para desempatar entre las dos más votadas. La confirmaci­ón llegará en el congreso de diciembre. Hay quien cree que el duelo final será entre Scholz/geywitz y Walter-borjans/esken. Pero todo es posible; y por eso se presta atención al secretario de Estado para Europa, Michael Roth, y a su cocandidat­a, Christina Kampmann; y al dúo de Gesine Schwan –que aspiró a la presidenci­a federal de Alemania en el 2004 y el 2009– y el izquierdis­ta Ralf Stegner.

“El problema es que no saben hacia dónde ir, ni cómo hacerlo; y mientras tanto los populistas de ultraderec­ha avanzan”, reflexiona Wolfgang Fiege, de 70 años, bombero berlinés jubilado que ha venido al acto. Afiliado al SPD desde hace 25 años, Fiege alerta de que “ya no hay tantos obreros como antes, y en el partido ahora hay muchos intelectua­les”. En los últimos dos años, con la sola excepción de los comicios de Baja Sajonia en el 2017, la evolución electoral del SPD ha sido catastrófi­ca (véase gráfico).

La debacle en las europeas precipitó la caída de Andrea Nahles, que había presidido el partido durante poco más de un año, tras ser elegida en abril del 2018 en sustitució­n de Martin Schulz, conminado a apearse después del flojo resultado del SPD en las generales del 2017. A su vez, Schulz se había convertido en presidente pocos meses antes, en marzo de ese año, tarea que le fue cedida por Sigmar Gabriel en una operación para disputar la Cancillerí­a a Merkel, que fracasó.

SERÁ UNA PRESIDENCI­A BICÉFALA Compiten 15 personas, entre ellas el ministro Scholz, por un cargo que ha roto carreras

EL PESO DE LA GRAN COALICIÓN Dirigentes y militantes del partido, divididos sobre si seguir o no gobernando con Merkel

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HANNIBAL HANSCHKE / REUTERS La estatua de Willy Brandt marca el camino a los aspirantes a liderar el SPD durante la conferenci­a del martes pasado en Berlín
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