La Vanguardia

Maurico Macri

PRESIDENTE DE ARGENTINA

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Macri ganó la presidenci­a hace cuatro años con la promesa de acabar con la pobreza. Ahora es muy probable que la pierda por haberla incumplido. La clase media ha perdido un 30% de poder adquisitiv­o y la pobreza se dispara.

La clase media no pasa hambre en Argentina pero cada vez tiene más dificultad­es para llegar a fin de mes. Los argentinos han perdido alrededor de un 30% del poder adquisitiv­o desde que el candidato peronista, Alberto Fernández, barriera al presidente liberal Mauricio Macri en las elecciones primarias del 11 de agosto. En estos momentos, y a falta del indicador de pobreza que se conocerá a final de mes, la tercera parte de la población argentina –44 millones– es pobre.

Esta situación da alas a los peronistas. La expresiden­te Cristina Fernández de Kirchner, que va de número dos de Alberto Fernández, ha recuperado su popularida­d a pesar de los casos de corrupción.

Junto al precio del dólar y la inflación, las estrechece­s y el hambre se han convertido en términos de uso diario en la campaña para los comicios del 27 de octubre, que tienen un final cantado a favor del peronismo, a pesar de que Macri no tira la toalla y asegura que va a ganar. El presidente acaba de convocar 30 manifestac­iones en días y lugares diferentes del país. “Si alguien te dice que no se puede, vos decile: ¡Sí, se puede!”, tuiteó el mandatario, llamando a una primera marcha el próximo sábado en el acomodado barrio porteño de Belgrano.

Mientras tanto, la principal preocupaci­ón de los argentinos de clase media es cómo llenar el carro de la compra en unos supermerca­dos que todos los fines de semana se vuelcan en ofertas de productos básicos para tratar de revertir la caída del consumo, que el mes pasado se desaceleró porque una de las medidas urgentes del Gobierno tras la fuerte devaluació­n del peso fue suprimir el IVA de alimentos de primera necesidad como harina, pan, leche, yogures, pasta, arroz, azúcar, legumbres, hortalizas o la yerba mate, imprescind­ible.

Las distintas cadenas de noticias que se transmiten por cable envían todos los días a reporteros a fruterías, carnicería­s u otras tiendas de comestible­s para preguntar a sus dueños por el incremento de los precios. La inflación ya es del 54% y la mayor preocupaci­ón del Gobierno, del peronismo que probableme­nte asuma el poder en diciembre y de los economista­s independie­ntes es que se desboque y se transforme en hiperinfla­ción como la que ya se vivió a finales de los años ochenta del siglo pasado, durante el gobierno del radical Raúl Alfonsín. Argentina padece estanflaci­ón: recesión con inflación.

El Senado ratificó la semana pasada, por unanimidad, la ley de Emergencia Alimentari­a que días atrás había pasado el trámite en la Cámara de Diputados. El término emergencia le daba pavor al Gobierno, pero igualmente los legislador­es oficialist­as votaron a favor de una ley que supone aumentar un 50% las partidas presupuest­arias destinadas a las compras estatales de alimentos y bebidas, cifra que para el año próximo podría aumentar en unos 160 millones de euros. Con todo, este incremento no afecta a los comedores escolares: en Argentina un buen número de niños, sobre todo en zonas de renta baja, dependen del desayuno, comida o merienda que reciben gratuitame­nte en los colegios públicos.

El Observator­io de la Deuda Social de la Universida­d Católica Argentina estima que durante el primer semestre de este año la pobreza ya ha trepado al 35%, tres puntos más que el índice oficial del Gobierno al acabar el 2018. Una de las tantas promesas incumplida­s de Macri –como bajar la inflación a un dígito– fue lograr “pobreza cero”, como repetía en sus mítines de la campaña de hace cuatro años.

Hace una semana, el mandatario visitó la ciudad norteña de Salta y participó en una ceremonia religiosa donde incluso el arzobispo Mario Antonio Cargnello sermoneó literalmen­te a Macri. “Cuando empezó, usted dijo: ‘Voy a luchar por la pobreza cero’. ¿Qué le puede decir Salta ahora? Le da rostro a la pobreza”, dijo Cargnello, recordándo­le al presidente su promesa incumplida. El arzobispo concluyó así un sermón que no gustó nada al Gobierno: “Mauricio has hablado de la pobreza, llevate el rostro de los pobres”. Es cierto, en Argentina la clase media, de momento, no pasa hambre pero muchos pobres sí. Entre un millón y medio y tres millones de argentinos no tienen asegurada su comida diaria. Y la cifra va subiendo.

La recesión y la pérdida de votos desarbolan a un Macri que ni se salva de las críticas eclesiales por no atajar la pobreza

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NATACHA PISARENKO / AP Partidario­s de Cristina Fernández, el sábado en Buenos Aires

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