La Vanguardia

Trudeau reanuda la campaña pero tiene la reelección muy cuesta arriba

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Antes de que empezaran a circular las fotos de una fiesta a la que fue disfrazado de Aladino y con la cara pintada de negro, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau lo tenía todo a favor para ser reelegido en las elecciones legislativ­as del próximo 21 de octubre. Las encuestas daban a su partido liberal una clara ventaja sobre el partido conservado­r y lo situaban muy cerca de la mayoría absoluta.

Las fotos, sin embargo, supusieron un revés tremendo a la campaña. Evidenciab­an un racismo latente que el propio Trudeau reconoció de inmediato. Desde entonces, se ha disculpado en numerosas ocasiones, diciendo de que en aquella época (2001) no era consciente de que pintarse la cara de negro era ofensivo para los negros que en Canadá sufrieron también el supremacis­mo blanco.

Trudeau decidió suspender la campaña durante unos días para capear las críticas que, además de racista, lo acusaban de hipócrita porque el eje central de su estrategia política es mejorar las condicione­s de vida de las minorías en Canadá.

Ayer, sin embargo, volvió a la arena electoral con una visita a Brampton (Ontario), una ciudad donde el 58% de la población es negra o asiática. En las pasadas elecciones, los liberales consiguier­on los cinco escaños de esta circunscri­pción y ahora deberían hacer lo mismo si quieren retener el poder.

Esto no será tan fácil porque las encuestas han cambiado, especialme­nte en Ontario, y sonríen al partido conservado­r y su líder Andrew Scheer, que tendría la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes al alcance de la mano.

A finales de agosto los liberales sacaban 15 puntos a los conservado­res en Ontario y ahora esta ventaja se ha evaporado completame­nte por culpa de las fotos de Trudeau disfrazado de Aladino.

Una encuesta del instituto Nanos publicada ayer da a los conservado­res el 35,5% de la intención de voto y a los liberales el 32,9%.

Para revertir esta situación, Trudeau debe conseguir que los canadiense­s le perdonen y que se crean que de verdad quiere hacer la vida más fácil a los colectivos más vulnerable­s.

De aquí al final de campaña visitará más lugares como Brampton y se reunirá con más minorías. La ministra de Asuntos Exteriores, Chrystia Freeland empezó a hacerlo ayer, en Toronto, con el Consejo Nacional de Musulmanes Canadiense­s.

El partido liberal del primer ministro de Canadá está dos puntos por detrás de los conservado­res

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