La Vanguardia

Repetimos, que no sabéis votar

- Màrius Serra

Hoy era el día límite, uno de esos marcados por si saltaba la sorpresa. En teoría, hasta hoy se podía acordar una investidur­a antes de que mañana se publique la disolución de las Cortes y convocator­ia de elecciones para el 10-N. En cambio, la suerte está echada desde la semana pasada y la formidable metáfora de la cuenta atrás acabará sin pena ni gloria, como si la política española fuese un nuevo caso Neymar, con un costo electoral calculado en 150 millones de euros. Peor aún, porque en esta liga el mercado de invierno se adelanta a noviembre y, sobre todo, porque el desprestig­io asociado al acto de votar no augura nada bueno. Aquella famosa canción de La Trinca que jugaba con el doble sentido sexual de meter una papeleta dentro de una urna queda reducida a una parodia de encuesta en Twitter en la que el 80% de los encuestado­s declara que vota más que folla. La abstinenci­a se denomina abstención, uno de los factores clave en las próximas elecciones. La gente está tan harta de la clase política, que el famoso relato que todos anhelan dominar tiene por banda sonora los bemoles de Rufián aplicados a un pentagrama que conjuga verbos en primera persona del plural. Hacéis bien verbalizán­dolo, porque ciertament­e estamos hasta el gorro de todos vosotros, pero es una noticia pésima que vosotros mismos consideréi­s que os meteremos a todos en el mismo saco. La primera transición desembocó en este desencanto general y termina con el aliento putrefacto del franquismo, el Valle de los Caídos incólume, Urdangarin banalizand­o el oficio de los terapeutas que tratan con discapacit­ados, el clan Pujol traficando con el agua del oasis catalán y la gente sin darse cuenta del poder que tiene (by Brossa).

Dudo que nunca vivamos una huelga general de una semana para comprobar si el poema de Joan Brossa es o no es profético, pero tampoco parece demasiado posible que en Madrid triunfen las coreografí­as procesista­s

La banda sonora de las últimas legislatur­as españolas es un disco rayado: suena un descorazon­ador no-sabéis-votar

que dominaron la política catalana en el periodo 2010-17. Se podrían dar editoriale­s conjuntos, pero no habrá acuerdos de última hora ni procesos participat­ivos ni preguntas duales ni abrazos transversa­les ni pasos al lado en días como hoy ni investidur­as en domingo ni presidenci­as compartida­s ni mociones de confianza ni jugadas maestras. Nada de faroles. ¡A mamporros! La banda sonora de las últimas legislatur­as españolas es un disco rayado que salta cada vez que la voluntad popular no coincide con los intereses de la clase dirigente. Verbigraci­a: una militancia que grita con-rivera-no mientras desde el balcón sus dirigentes mascullan con-iglesias-menos. El mensaje es descorazon­ador y se resume en tres palabras: no-sabéis-votar. Parafrasea­ndo a Joan Brossa: “La gente no se da cuenta de lo que ha de votar”. Eso sí que es supremacis­mo, y que nadie lea juego de palabras alguno para denigrar al Tribunal Supremo. Es mucho peor. Lean Yo, el Supremo, de Augusto Roa Bastos.

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