La Vanguardia

¿Cuándo corregir?

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Cuando era estudiante de Periodismo, en la asignatura de radio preparamos una noticia sobre unos hechos sucedidos en Gijón. Un par de compañeros usaron el gentilicio gijonenca para referirse a la vecina protagonis­ta de la informació­n. Cuando terminaron, les dije con toda educación que el gentilicio de Gijón era gijonesa ,yque jijonenca era el de Jijona, la tierra de los turrones. Habían elaborado una mezcla curiosa y, por descontado, imprecisa desde el punto de vista informativ­o. Uno de los compañeros me respondió que estaba obsesionad­o con la lengua y que no había que ir corrigiend­o al personal: “Tal como yo lo he dicho ya se entiende”.

Aquella prepotenci­a me dejó preocupado, porque me pareció impropia de una persona que quería dedicarse profesiona­lmente a la comunicaci­ón. Cuento ahora la anécdota porque la recuerdo a menudo y siempre me ha hecho pensar en los periodista­s –y he conocido a más de uno– que creen estar por encima del diccionari­o. Y también porque a poca gente le gusta que la corrijan, por lo que hay que hallar el momento apropiado para hacerlo.

En Twitter hay perfiles de todo tipo. Hoy quiero hablar de J.M. Virgili i Ortiga (@Virgili7), que se presenta como “catedrátic­o de instituto de lengua catalana emérito”, y que suele aparecer en

Cuando una mujer hace públicas cosas así es porque quiere ayudar a otras en situacione­s similares

las conversaci­ones más insospecha­das corrigiend­o los errores de algún tuit. En su perfil lo deja muy claro: “Si me seguís, quizás os haré alguna corrección lingüístic­a. ¡Sonreíd!”, y siempre empieza los tuits con “Si m’ho permeteu...” Se ve que su trabajo gusta porque tiene 31.400 seguidores, ahí es nada.

El sábado, Mireia Pujol (@Mireiapujo­l), arquitecta e ingeniera de caminos, hizo pública una historia con su exmarido, también ingeniero, que la maltrató y la amenazaba con la vida de su bebé. Cuando una mujer hace públicas estas cosas es porque lo necesita, porque se lo han aconsejado y porque quiere ayudar a otras mujeres que se hallen en situacione­s similares.

Pujol exponía que no hay perfiles predetermi­nados de maltratado­res, pues su expareja es una persona culta, y ella también es una mujer de carácter, de las que parece que siempre tienen que salir adelante. Pero de repente, entre reflexione­s de otros tuiteros, apareció Virgili enmendando el primer tuit del hilo. Sobra decir que le cayeron zascas por todas partes, excepto por parte de Pujol, que se lo agradeció y siguió adelante con su historia.

¿Hay que corregir? Sí. Pero también hay que encontrar el momento adecuado. Uno de sus seguidores, el sinólogo y escritor Manel Ollé (@mnlolle), le respondió: “Pues, no: no se lo permitimos, que sea tan cortito como para corregir incluso mensajes como este: dedíquese a la petanca”.

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