Músicas de hoy sin edad
La antigua fábrica Damm acogió algunas de las propuestas más novedosas del BAM
Tras el desasosiego meteorológico del sábado, la ciudadanía y el aficionado volvieron a coger el pulso del asunto. La antigua fábrica de la Estrella Damm fue, en este sentido, un magnífico barómetro, ya que su ubicación en el callejero de la ciudad atrae un tipo de público que no es el que suele adentrarse en la intensidad de una plaza dels Àngels o en el bullicio masivo de la playa del Bogatell. La calma, sin embargo, se vio trastocada a media tarde, cuando volvió a caer agua y a sonar truenos. La jornada en la calle Rosselló, como en el resto de escenarios, cumplieron horarios y contenidos.
Una jornada la de la Damm con un sello genuinamente BAM, es decir, propuestas actuales, alejadas del mainstream y a menudo bebiendo de las llamadas músicas urbanas o apostando por la experimentación .Que reflejan intención y conocimiento de la materia pero que fuera de sus escenas a menudo son desconocidos para el aficionado generalista.
Ello no quiere decir, en absoluto, que esté reñido con la calidad. El cartel de ayer abundó en ello, un programa de cinco propuestas que ejemplificaban bien los contornos de algunas de los sonidos de ahora mismo. Abrieron a las tres de la tarde –y ante un público relativamente numeroso tratándose de la hora de la sobremesa– la pareja de hermanos franceses Mevel, aunque radicados en la Ciudad Condal, que dan a vida a los estupendos Honolulu. Melodías hermosas construidas de forma aparentemente artesanal que exudan ensoñación a borbotones. Buen dream pop sustentado en la inaprehensible voz de la hermana Léa y en unas construcciones instrumentales que acaban formando un todo que remiten a menudo y de forma inevitable a los Beach House.
La siguiente dosis también la suministró una pareja de hermanos, aunque en este caso naturales del Empordà aunque el nombre de la banda que forman, North State, no da grandes pistas. El caso es que Laia y Pau Vehí conforman un dúo que se adscribe a la senda del future bass, enraizada en un pop electrónico de factura muy actual, y con connotaciones muy evidentes con James Blake. La voz de la hermana Laia abusa de la pregrabación, y quizás también de una reiterada gesticulación corporal en el directo.
Factura relativamente ortodoxa y musicalmente de elevado listón es lo que destilaron en su entrega de tres cuartos de hora la banda Say Yes Dog. Un trío de matriz germano-luxemburguesa que confecciona excelentes canciones de corte rítmico pop, sustentadas en magnificas arquitecturas electrónicas y unas voces que redundan en lo natural de su música. La sonoridad, eso sí, podría haber sido más nítida.
Con el colectivo Fanso eso no importó porque su numerosa afición se conoce de letras de memoria.(“...quiero entenderme pero to es chungo...”). Liderado por los raperos Cráneo y Lásser, el combo madrileño demostró que practicando un rap sobre una base musical lo fi y analógica también pueden llegar a buen puerto si las letras y el conjunto son –que lo son– de nivel.
Un puerto al que sin duda también arribaron los Tversky, es decir, el tándem barcelonés integrado por el saxo Alan Himar y Xavier Paradís, al que se le puede recordar como miembro de Boreals. Música donde se entrecruzan pop, sintetizadores, guitarras o vientos y que desembocan en una propuesta de aires irremediablemente retro, balancéandose entre el funk, la canción para agitarse levemente y el nu-disco.
Honolulu, Tversky, Cráneo y Lasser, Say Yes Dog y North State: propuestas jóvenes con intención y saber