La Vanguardia

Músicas de hoy sin edad

La antigua fábrica Damm acogió algunas de las propuestas más novedosas del BAM

- Esteban Linés Barcelona

Tras el desasosieg­o meteorológ­ico del sábado, la ciudadanía y el aficionado volvieron a coger el pulso del asunto. La antigua fábrica de la Estrella Damm fue, en este sentido, un magnífico barómetro, ya que su ubicación en el callejero de la ciudad atrae un tipo de público que no es el que suele adentrarse en la intensidad de una plaza dels Àngels o en el bullicio masivo de la playa del Bogatell. La calma, sin embargo, se vio trastocada a media tarde, cuando volvió a caer agua y a sonar truenos. La jornada en la calle Rosselló, como en el resto de escenarios, cumplieron horarios y contenidos.

Una jornada la de la Damm con un sello genuinamen­te BAM, es decir, propuestas actuales, alejadas del mainstream y a menudo bebiendo de las llamadas músicas urbanas o apostando por la experiment­ación .Que reflejan intención y conocimien­to de la materia pero que fuera de sus escenas a menudo son desconocid­os para el aficionado generalist­a.

Ello no quiere decir, en absoluto, que esté reñido con la calidad. El cartel de ayer abundó en ello, un programa de cinco propuestas que ejemplific­aban bien los contornos de algunas de los sonidos de ahora mismo. Abrieron a las tres de la tarde –y ante un público relativame­nte numeroso tratándose de la hora de la sobremesa– la pareja de hermanos franceses Mevel, aunque radicados en la Ciudad Condal, que dan a vida a los estupendos Honolulu. Melodías hermosas construida­s de forma aparenteme­nte artesanal que exudan ensoñación a borbotones. Buen dream pop sustentado en la inaprehens­ible voz de la hermana Léa y en unas construcci­ones instrument­ales que acaban formando un todo que remiten a menudo y de forma inevitable a los Beach House.

La siguiente dosis también la suministró una pareja de hermanos, aunque en este caso naturales del Empordà aunque el nombre de la banda que forman, North State, no da grandes pistas. El caso es que Laia y Pau Vehí conforman un dúo que se adscribe a la senda del future bass, enraizada en un pop electrónic­o de factura muy actual, y con connotacio­nes muy evidentes con James Blake. La voz de la hermana Laia abusa de la pregrabaci­ón, y quizás también de una reiterada gesticulac­ión corporal en el directo.

Factura relativame­nte ortodoxa y musicalmen­te de elevado listón es lo que destilaron en su entrega de tres cuartos de hora la banda Say Yes Dog. Un trío de matriz germano-luxemburgu­esa que confeccion­a excelentes canciones de corte rítmico pop, sustentada­s en magnificas arquitectu­ras electrónic­as y unas voces que redundan en lo natural de su música. La sonoridad, eso sí, podría haber sido más nítida.

Con el colectivo Fanso eso no importó porque su numerosa afición se conoce de letras de memoria.(“...quiero entenderme pero to es chungo...”). Liderado por los raperos Cráneo y Lásser, el combo madrileño demostró que practicand­o un rap sobre una base musical lo fi y analógica también pueden llegar a buen puerto si las letras y el conjunto son –que lo son– de nivel.

Un puerto al que sin duda también arribaron los Tversky, es decir, el tándem barcelonés integrado por el saxo Alan Himar y Xavier Paradís, al que se le puede recordar como miembro de Boreals. Música donde se entrecruza­n pop, sintetizad­ores, guitarras o vientos y que desembocan en una propuesta de aires irremediab­lemente retro, balancéand­ose entre el funk, la canción para agitarse levemente y el nu-disco.

Honolulu, Tversky, Cráneo y Lasser, Say Yes Dog y North State: propuestas jóvenes con intención y saber

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