Virginidad y ‘twerking’
El islam que beben muchos de los jóvenes de origen musulmán nacidos o radicados en Catalunya es de corte fundamentalista o hasta salafista. Y con eso se está conformando su identidad. La advertencia la lanzó ayer la escritora catalana Najat el Hachmi en el Hay Festival de Segovia, donde intervino en un diálogo sobre “la identidad como cárcel” frente a la vigorosa periodista y socióloga marroquí Sanaa el Aji. Al final, anunciaron el arranque, esta mañana, de una campaña internacional en defensa de Hajar Raissouni, una periodista marroquí de 28 años encarcelada en su país por abortar después de mantener relaciones extra conyugales.
El Hachmi explicó, en base a su experiencia vital, cómo el patriarcado trata de reconfigurar y perpetuar en Occidente, bajo el pretexto de la conservación de la identidad, modelos que están en crisis en origen y en destino. O que deberían estar en crisis. “Recuerdo perfectamente la primera vez que vino un imán a alertarnos del peligro que había en mezclarnos con los demás, como si nosotros fuéramos los puros…”, rememoró.
El Aji, que ofreció algunos datos para desmontar la idea de que el islam ofrece una identidad común en todos los países en los que tiene presencia, alertó de cómo en su adolescencia jamás tuvo una maestra con velo (si lo llevaba, estaba en la órbita de los Hermanos Musulmanes) y hoy son muchas. “Ha surgido el fundamentalismo, con las cadenas de televisión vía satélite, el discurso de violencia, las fatuas sobre el cuerpo de la mujer…”.
El Hachmi mostró su sorpresa porque “desde cierta izquierda se nos dice que callemos sobre toda esta problemática para no fomentar el racismo y la islamofobia, con lo que el encarcelamiento es doble”. En este sentido, el contacto entre modelos resulta estresante, opina El Hachmi: “Mantener la virginidad es algo que genera gran angustia en las chicas jóvenes. Yo no sabía qué debía hacer para preservarla. Y hoy, se enfrentan a ese conflicto mientras hacen twerking”, remarca la narradora.