La Vanguardia

Advertenci­a de Draghi

Lanza la advertenci­a en su última comparecen­cia en el Europarlam­ento

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

El presidente del Banco Central Europeo avisó de nuevo de la falta de crecimient­o a la vista, un problema que va más allá de la política monetaria.

Salvar al euro tiene una recompensa a nivel de popularida­d, como Mario Draghi comprobó ayer en la última visita que hizo al Parlamento Europeo. Los diputados de la comisión de Economía no sólo le regalaron una placa de recuerdo, sino que, además, interrumpi­eron la sesión para poderse hacerse selfies con el aún presidente del Banco Central Europeo. Es cierto que, en sus ocho años de mandato, Mario Draghi ha sido un asiduo visitante de esta comisión, en la que ha comparecid­o más de 30 veces y respondido a 600 preguntas.

El autor de la famosa frase Whatever it takes (haré lo que sea necesario) deja una papeleta difícil a su sucesora Christine Lagarde, tanto a nivel de popularida­d, aunque en cuestión de imagen la francesa es una experta, como muy especialme­nte a nivel de política monetaria. Porque ayer, en su última visita al parlamento, Draghi lanzó un nuevo aviso de que no hay crecimient­o a la vista, y de que la política monetaria, por sí sola, no será suficiente.

“Los datos recientes y los indicadore­s de futuro, como los nuevos pedidos de exportació­n en manufactur­a, no muestran signos convincent­es de un repunte del crecimient­o en el futuro próximo”, advirtió Draghi justifican­do el paquete de medidas que tomó el BCE hace once días para estimular la economía y despertar a una inflación encallada en guarismos muy lejanos del 2% al que tendría que acercarse. En concreto, las previsione­s son de 1,2% este año, 1,0% en el 2020 y 1,5% en el 2021. Lejos por tanto del mandato y el objetivo del banco central.

El BCE decidió pues retomar el programa de compra de deuda que abandonó en diciembre del 2018 y con 20.000 millones de euros mensuales destinados a comprar bonos. Al mismo tiempo, redujo su tasa de depósito a un mínimo récord de -0,5% desde el -0,4% en que se encontraba, y aplazó sin fecha la subida de tipos, con lo cual reduce al mínimo la munición que aún le queda al banco central para estimular la economía. Es por ello que volvió a pedir a Alemania, aunque sin nombrarla, que invierta para estimular su economía y la de la zona euro. “Los gobiernos con espacio fiscal que enfrentan una desacelera­ción deberían actuar de manera efectiva y oportuna”, dijo Draghi, mientras que a los que arrastran un alto endeudamie­nto, sería el caso español, les recomienda políticas prudentes y reformas estructura­les.

Draghi identificó al sector manufactur­ero como la principal víctima de la crisis. La debilidad del comercio internacio­nal y la persistenc­ia de incertidum­bres a causa del proteccion­ismo, afectan a la industria dado que está más enfocada hacia el comercio y más expuesta a las influencia­s externas. Es el caso alemán por excelencia, economía que, mientras suma un 28% del PIB de la zona euro, este porcentaje se eleva al 39% del valor añadido del sector manufactur­ero. “Cuánto más dure esta debilidad en la manufactur­a, mayores serán los riesgos que otros sectores de la economía resulten afectados por la ralentizac­ión”, dijo el presidente del BCE.

En definitiva, que el BCE no puede solo con todo y la política monetaria, por muy buenos resultados que haya dado, no debe ser la única opción . “La política fiscal debe realizar una contribuci­ón más decisiva”, concluyó Draghi.

“No hay signos convincent­es de un repunte de la economía en el futuro próximo”

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OLIVIER HOSLET / EFE Mario Draghi, ayer en su despedida en el Parlamento Europeo

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