La Vanguardia

Las reglas del juego

- Josep Maria Ruiz Simon

Hubo un tiempo en el que a Pablo Iglesias le dio por citar a Norberto Bobbio. Por el 2014, el año en que se fundó Podemos, nunca perdía la ocasión de remitir al libro Destra e sinistra para argumentar que la distinción centrodere­cha había perdido la relevancia que tenía en el pasado. El Bobbio que esgrimía Iglesias se asemejaba poco a sí mismo, pero, en aquel tiempo que ya no es el nuestro y en un país en que se conocía más el nombre que el contenido de los libros del filósofo, recordarlo podía parecer útil para construir y legitimar la imagen de un proyecto que necesitaba distanciar­se de la vieja Izquierda Unida para tomar el cielo por asalto. Evidenteme­nte, que la democracia populista que entonces defendía Podemos y la concepción procedimen­tal de la democracia de Bobbio fueran antipódica­s resultaba, desde esta perspectiv­a, del todo irrelevant­e. Pero quizás no lo es tanto si se considera desde otros puntos de vista.

El hecho de que el discurso sobre la “nueva forma de hacer política” tenga una edad y de que las nuevas formas de hacer política actuales entronquen, en algunos aspectos importante­s, con las que, a la sombra del Mayo del 68, surgieron en los años setenta, ayuda a llevar a cabo estas considerac­iones. En 1983 Bobbio ya dedicó uno de los ensayos de Il futuro della democrazia (I vincoli della democrazia) a aquel discurso (hay traducción castellana en FCE). Señalaba que, en relación al problema que plantea este fenómeno, la cuestión relevante no es el rechazo de la vieja política de partidos y de sus maneras de hacer, sino la relación con las reglas del juego dentro de las que se realiza la lucha política en un determinad­o contexto histórico. Para Bobbio, la cuestión de las reglas del juego era central porque, a su parecer, lo que distingue la democracia de otros regímenes es precisamen­te el conjunto de reglas de juego que la definen, unas reglas (entre las que la de la mayoría es la principal, pero no la única) que establecen los procedimie­ntos por medio de los cuales se toman las decisiones políticas y que se pueden revisar siguiendo las reglas que las constituci­ones contemplan. Según el filósofo italiano, lo primero que debían esclarecer los partidario­s de la nueva política era si aceptaban o no las reglas existentes y, en el supuesto de que no aceptaran algunas, por cuáles y cómo pretendían sustituirl­as.

Como señala el propio Bobbio, una cosa es que las reglas puedan cambiarse y otra muy distinta pensar que algunas se pueden cambiar sin que la democracia, aunque conserve el nombre, pierda la sustancia o saltándose las propias reglas. Por este motivo es de agradecer que los partidario­s de las nuevas formas de hacer política realicen este tipo de aclaracion­es. Tanto cuando pretenden acabar con un régimen (como decía Podemos en el 2014) como cuando se proponen gobernar solos o en coalición. Para los ciudadanos, es importante saber, por ejemplo, cuál es la posición de los gobernante­s potenciale­s en relación a la posibilida­d de que, en las partidas simultánea­s de la política, haya jugadores que muevan los caballos como si fueran alfiles.

Hubo un tiempo en el que a Pablo Iglesias le dio por citar a Norberto Bobbio

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