Esplendor logicofobista
Pascal Comelade
Lugar y fecha: Avda. de la Catedral (22/IX/2019). Mercè 2019 Como ya hizo anteriormente en Perpiñán y en Lyon, esta vez Pascal Comelade se despidió de los escenarios barceloneses con un magno concierto junto a la Cobla Sant Jordi, amén de tres de los miembros de la última encarnación de la Bel Canto Orquestra y un sinfin de artistas invitados.
Xavier Theros ejerció de maestro de ceremonias. El compañero del tristemente desaparecido Rafael Metlikovez en Accidents Polipoètics glosó con mucha gracia la figura del gran compositor norcatalán, mientras anunciaba el repertorio y a sus intérpretes.
Dividido en tres actos, el concierto nos presentó las diferentes almas de Comelade: el rocanrol, la música de cobla, la poesía, la vanguardia, el ruido y su filosofía logicofobista.
El primer bloque, que se inició bajo la lluvia, nos mostró la perfecta interacción entre el compositor al piano y el esplendoroso sonido de la cobla con perlas instrumentales como L’argot del soroll o El rei de la màgia. Para dar entrada luego a la poesía de la mano del indispensable Enric Casasses y a la música de vanguardia con el siempre sorprendente clarinetista Víctor Nubla. Todos juntos elaboraron una magistral interpretación de La manera més salvatge, antes de maravillarnos con el conmovedor Sense el ressò del dring del gran poeta Joan Salvat-papasseit.
Tras redondear un espléndido primer acto con otra fabulosa composición comeladiana como The skatalan logicofobism, entraron en escena los cantantes y la guitarra rockera de Xarim Aresté. Primeramente, Pau Riba, para interpretar con su desparpajo habitual Ha passat un àngel. Después, un demasiado chillón Gerard Quintana con Russian roulette. Antes de cerrar el ciclo canoro, Yvette Nadal con Com passa el plor, una versión en catalán de los Stones gentileza de Casasses.
El último acto, que empezó con
El bolero del Raval y concluyó con
Patafisiskal polska, volvió a evidenciar la maestría de Pascal Comelade como autor de una obra única y sin parangón. Todos los músicos actuaron a un alto nivel, con mención especial para Pep Pascual y su asombrosa versatilidad, ya fuera con la trompeta, el saxo barítono, la sierra, las campanitas, hinchando globos o soplando pajitas y cortándolas con tijeras. Entusiasmado, el público de pie ovacionó a los músicos y les obligó a bisar por dos veces, en esta inolvidable noche de esplendor logicofobista.