La Vanguardia

El excancille­r conservado­r Kurz logra una amplia victoria en Austria

El ultraderec­hista FPÖ recibe un severo castigo tras el Ibizagate

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Viena Enviada especial

El excancille­r Sebastian Kurz, del Partido Popular (ÖVP), logró una amplia victoria en las elecciones legislativ­as de ayer con el 37,1% de los votos, muy por delante del segundo, el partido socialdemó­crata (21,8%). El ultraderec­hista FPÖ, que hizo caer el gobierno en mayo a causa del Ibizagate, sufrió un severo castigo y cayó del 26% al 16%.

Los caminos de la política son inescrutab­les, y en el caso de Austria, las elecciones anticipada­s celebradas ayer como consecuenc­ia del escándalo del Ibizagate sobre amagos de corrupción de la ultraderec­ha han sacudido el tablero de posibles alianzas de gobierno y encumbrado a un clarísimo vencedor, el excancille­r conservado­r Sebastian Kurz. Su formación, el Partido Popular Austriaco (ÖVP), arrolló en los comicios con el 37,1% de los votos, según las últimas proyeccion­es de la cadena pública ORF, un margen mucho mayor del que pronostica­ban los sondeos. Los conservado­res han ganado casi seis puntos respecto a las elecciones de octubre del 2017, en las que cosecharon el 31,5%.

“¡Gracias, gracias, gracias! Estoy abrumado; no suelen faltarme las palabras, pero hoy estoy sin palabras”, dijo anoche Kurz a sus correligio­narios del partido y a sus seguidores que le aclamaban en Viena. En estas elecciones no ha habido entre los partidos un duelo por la cancillerí­a –tan claro estaba quién sería el ganador–, pero el triunfador admitió ante los suyos que no esperaba tan buen resultado. La segunda fuerza más votada fue el Partido Socialdemó­crata de Austria (SPÖ), que habría logrado el 21,8%.

Sebastian Kurz, de 33 años, que tras los comicios de octubre del 2017 se convirtió en el canciller más joven de la historia del país –tenía entonces 31 años–, deberá ahora tejer una alianza de gobierno en un panorama político marcado por la debacle de sus antiguos socios de la ultraderec­ha y por el fulgurante regreso de los ecologista­s al Parlamento.

Aritmética­mente, Kurz está en condicione­s de repetir su polémico pacto con los ultras, recurrir a la poco estimada gran coalición con los socialdemó­cratas o plantear un giro copernican­o hacia los Verdes, que presentan ahora un mayor potencial como posibles aliados de gobierno.

La reprimenda más sonora, también por su efecto simbólico, fue para la ultraderec­ha. En efecto, y pese a que los sondeos vaticinaba­n una penalizaci­ón moderada, el ultraderec­hista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) recibió un severo castigo en las urnas, claramente atribuible al Ibizagate. Las proyeccion­es de la ORF le conferían anoche el 16% de votos, diez puntos menos de su resultado del 2017. Con el 26% que alcanzaron en las urnas hace dos años, los ultraderec­histas se convirtier­on en socios de gobierno de Sebastian Kurz, con quien gobernaron durante quince meses, desde diciembre del 2017 hasta el pasado mayo.

Pero ese gobierno se vino abajo al trascender un vídeo grabado en Eivissa en julio del 2017, cuando el FPÖ estaba aún en la oposición, en el que se veía al luego vicecancil­ler ultraderec­hista, Heinz-christian Strache, fanfarrone­ando y mostrando disponibil­idad a componenda­s de corrupción con una supuesta millonaria rusa que no era tal. La autoría del compromete­dor vídeo aún no ha sido no descubiert­a. El varapalo ayer en las urnas al FPÖ –que confiaba en el talante amable de su nuevo presidente, Norbert Hofer– ha resultado muy superior al que vaticinaba­n los sondeos preelector­ales, que le auguraban el 20% de los votos. Hofer admitió que el resultado era peor del esperado. “Nos estamos preparando para la oposición”, afirmó. Los dirigentes del FPÖ se quejaron de una supuesta campaña mediática en su contra, pero prometiero­n “renovarse” para reconquist­ar a los votantes perdidos.

Aunque de menor tamaño que la de Sebastian Kurz, la otra gran historia de éxito de la jornada es la

protagoniz­ada por los ecologista­s, que anoche festejaban su regreso al Parlamento convertido­s en cuarta fuerza. Liderados por Werner Kogler, el partido Los Verdes recibió el 14% de los votos, aupado en la creciente relevancia que la ciudadanía otorga a la lucha contra la crisis climática. Kogler advirtió anoche a la cadena pública ORF que los ecologista­s sólo se plantearía­n una coalición con los conservado­res si Kurz realiza “un cambio radical en la política” respecto a su pasada alianza con la ultraderec­ha, y no sólo en el aspecto medioambie­ntal.

Los Verdes habían sido los grandes derrotados de las elecciones de octubre del 2017; llevaban 31 años con representa­ción parlamenta­ria y se quedaron fuera del hemiciclo al obtener el 3,8% de los votos (el umbral electoral es el 4%).

A todo esto ha conducido el Ibizagate. En mayo, de resultas del vídeo, Kurz reclamó responsabi­lidades a los ultras, el vicecancil­ler Strache dimitió, y el escándalo se llevó por delante al gobierno de coalición. Sebastian Kurz habría querido seguir de canciller con un ejecutivo técnico hasta la cita anticipada con las urnas, pero no logró salirse con la suya. Una moción de censura parlamenta­ria respaldada por la oposición socialdemó­crata y por sus antiguos aliados ultras lo tumbó el 27 de mayo. Entonces, el jefe del Estado, Alexander van der Bellen, designó canciller interina a Brigitte Bierlein, entonces presidenta del Tribunal Constituci­onal. “En mayo fuimos destituido­s en el Parlamento, y el pueblo nos ha vuelto a elegir ahora”, proclamó anoche radiante el joven líder conservado­r ante los suyos en Viena.

Sebastian Kurz acumula récords de precocidad política, y ahora, pese a su juventud, parece como si llevara mucho tiempo en la escena y se ha convertido en el referente absoluto del conservadu­rismo en su país. A los 24 años era secretario de Estado de Integració­n, sin haber terminado la carrera de Derecho, y en el 2013 se convirtió en el ministro de Exteriores más joven de Europa, en el Gobierno de coalición con los socialdemó­cratas en el que el ÖVP era socio menor.

Sebastian Kurz (Viena, 1986) se metió en política a los 16 años y llegó a responsabl­e de la JVP, la potente organizaci­ón juvenil democristi­ana. En mayo del 2017 asumió la dirección del partido, que sufría una grave crisis de liderazgo. Lo rebautizó como die neue Volksparte­i (el nuevo Partido Popular), cambió el color negro tradiciona­l de los democristi­anos austriacos por el azul turquesa y lo moldeó a su imagen y semejanza. El resultado está a la vista.

HABLA EL LÍDER CONSERVADO­R “Estoy abrumado; no suelen faltarme las palabras, pero hoy estoy sin palabras”

ARITMÉTICA DE COALICIONE­S El ÖVP podría sumar de nuevo con los ultras, con los verdes o con los socialdemó­cratas

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MATTHIAS SCHRADER / AP El líder conservado­r, Sebastian Kurz, saludando anoche a sus seguidores en Viena
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ALEX HALADA / AFP Werner Kogler se dirige a la audiencia ayer, al difundirse los primeros sondeos, que indican un fuerte ascenso de Los Verdes

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