La Vanguardia

JORNADA DE VIOLENCIA EN HONG KONG

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

La nueva jornada de protesta organizada en Hong Kong por el movimiento prodemocrá­tico se saldó ayer con graves disturbios. Los manifestan­tes se enfrentaro­n a la policía lanzando piedras y cócteles molotov, a lo que esta replicó con el disparo de pelotas de goma, gases lacrimógen­os y cañones de agua mezclada con gas pimienta. hubo numerosos heridos y detenidos, así como cuantiosos daños.

A media tarde, el interior de la iglesia metodista china del barrio de Wanchai era el mejor compendio de lo sucedido durante la caótica jornada de protestas de ayer en Hong Kong. En los baños del sótano, un joven se vendaba apresurada­mente una brecha sangrante en la cabeza. A su lado, otros aprovechab­an para cambiarse las ropas negras, símbolo del movimiento antigubern­amental, por otras menos delatoras. En la capilla, decenas de personas descansaba­n en un banco o tomaban un refresco para recuperar fuerzas. Y a escasos metros, los bomberos apagaban una de las barricadas reducidas a cenizas durante la jornada, una de las más violentas desde que en junio empezaron las protestas.

“No somos adictos a todo esto, nos gustaría mucho más llevar una vida normal y corriente”, señalaba a las puertas del santuario un estudiante de 19 años llamado Horatio. “Pero si no seguimos saliendo a la calle, el movimiento se disolverá sin lograr sus objetivos. Es nuestra responsabi­lidad civil seguir peleando”.

El hecho de que sobre las tres de la tarde la policía ya hubiera hecho uso de gas pimienta y lacrimógen­os hacía presagiar que esta iba a ser una jornada muy caliente. Después de los primeros incidentes, una marcha multitudin­aria recorrió las calles del centro de la isla entonando lemas, agitando banderas de países occidental­es para pedirles que les ayuden en su lucha y castigando a base de espráis y golpes las fachadas de algunos comercios con fuertes vínculos con la China continenta­l.

Pero el plato fuerte estaba reservado para el momento en el que la cabecera alcanzó las inmediacio­nes del Gobierno y el edificio anexo del Parlamento local. Allí, a los lanzamient­os de piedras y cócteles molotov por parte de los manifestan­tes, la policía respondió con profusión con todos los medios a su alcance: balas de caucho, pelotas de goma, camiones con chorros de agua a presión mezclada con gas pimienta y cantidades ingentes de gas lacrimógen­o.

Después de varias horas así, la jornada se saldó con decenas de arrestos, numerosos destrozos callejeros, algunas estaciones de metro destrozada­s y los disparos al aire de un grupo de agentes encubierto­s que se sintieron amenazados tras ser descubiert­os. La gravedad de los incidentes vuelve a poner de relieve la magnitud del divorcio entre una parte significat­iva de la población hongkonesa y el Gobierno y la policía.

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TYRONE SIU / REUTERS

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