La Vanguardia

Aniversari­os distintos

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Balance de los dos años transcurri­dos desde el referéndum del 1-O y la crisis política posterior; y análisis de las siete décadas que ha cumplido la República Popular China.

CHINA conmemora el septuagési­mo aniversari­o del régimen comunista. El presidente Xi Jinping ha querido celebrar esta efeméride por todo lo alto, con la máxima pompa y la mayor demostraci­ón de poder militar de la historia. Frente a los problemas actuales derivados de la crisis de Hong Kong, de la guerra comercial con Estados Unidos y de la desacelera­ción económica, por la que el país registrará la menor tasa de crecimient­o de los últimos tres decenios, las autoridade­s de Pekín han querido hacer una afirmación de patriotism­o que ponga en valor el espectacul­ar desarrollo de la República Popular de China, convertida bajo la dictadura comunista en la segunda potencia económica mundial.

El presidente Xi Jinping asume el máximo protagonis­mo de esta celebració­n. Puede decirse que es el dirigente chino con mayor poder político desde Mao Zedong, que proclamó la República Popular China el primero de octubre de 1949. Fueron las reformas económicas impulsadas a partir de su muerte, en 1976, después del caos en que la revolución cultural dejó sumido al país, las que impulsaron a China hasta la cima en que se encuentra hoy. El modelo chino, único en el mundo, definido por Deng Xiaoping sobre la base de la apertura y el pragmatism­o, ha propiciado un espectacul­ar desarrollo económico pese a la ausencia de libertad política. La dictadura que ejerce el Partido Comunista Chino, reafirmada en la masacre de Tiananmen de 1989, se mantiene con firmeza. Xi Jinping, que está en el poder desde el 2012, se ha consolidad­o en el cargo, ha alejado toda esperanza de reformas políticas y ha incrementa­do la vigilancia física e ideológica sobre los ciudadanos. Es la cara y la cruz del gigante asiático. Ejerce asimismo una extrema dureza para mantener la unidad del país, como demuestran los casos de Tíbet o de Xinjiang, donde hasta un millón de uigures están presos en campos de reeducació­n.

La transforma­ción del país más poblado del planeta, con 1.400 millones de habitantes, ha sido enorme en los últimos cuarenta años, y China puede enorgullec­erse de haber sacado del subdesarro­llo y de la pobreza a amplias capas de la población. Occidente, al haber hecho de China la gran fábrica del mundo, ha contribuid­o decisivame­nte a ello.

Las autoridade­s chinas, con Xi Jinping a la cabeza, se han marcado los retos de garantizar una reactivaci­ón económica sostenida, el desarrollo militar y el desafío tecnológic­o hasta el punto de que, en el futuro, el país podría rivalizar con Estados Unidos como primera potencia mundial. El temor a que eso suceda explica en parte la guerra comercial y tecnológic­a desatada por el presidente Trump contra el gigante asiático, al que acusa de basar su crecimient­o en la competenci­a desleal y en el espionaje industrial y tecnológic­o, a los que intenta poner fin.

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