Mads Pedersen
CICLISTA DANÉS
El danés Mads Pedersen surgió de la lluvia para proclamarse campeón del mundo de ciclismo, tras los 261 kilómetros disputados en Yorkshire. Pedersen, de 23 años, se añade a la nueva hornada de ciclistas que asoman la cabeza.
No aparecía en las listas de favoritos, y eso que eran extensas, como corresponde a un Mundial abierto. Nadie dudaba de la calidad del danés Mads Pedersen, pero con 23 años y sin excepcionales resultados todavía, quedaba oculto tras muchos otros aspirantes más contrastados. Incluso en su selección, que jamás había ganado el oro en el Mundial de profesionales, Pedersen iba por detrás de dos jefes de filas, Michael Valgren y Jakob Fuglsang. No lo hicieron mal, Valgren acabó sexto y Fuglsang entró en el reducidísimo grupo principal. Pero Pedersen, que había sido subcampeón del mundo juvenil y había conquistado la París-roubaix de la misma categoría en 2013, y que el año pasado ya apuntó maneras al acabar segundo en Flandes, se los comió a todos.
En un día de lluvia persistente –que incluso obligó a la UCI a recortar el recorrido y dejarlo en sólo 261 kilómetros– Pedersen se sintió como en casa. Se mueve con soltura en días de perros y el del Mundial lo era, sobradamente. Atacó para esperar que sus líderes remataran, pero miró atrás y no aparecieron. Y jugó sus bazas. Cuando se metió en un grupo de cinco atacantes, acompañado de los italianos Moscon y Trentin, el suizo Küng y, sobre todo, el favoritísimo neerlandés Van der Poel, entendió que era la gran ocasión de su joven carrera. Y más aún cuando, a sólo una vuelta del final, apenas 13 kilómetros, Van der Poel pilló una pájara descomunal y se quedó clavado. Sin gasolina. Quedaban cuatro aspirantes, el imbatible había cedido. Un duro ataque de Küng eliminó a Moscon. Quedaban tres, y medalla segura para todos. Pero todavía con un favorito destacado, el experto Trentin, sin duda el mejor del trío en una llegada de estas características. Sin embargo, seis horas y media bajo la lluvia pueden alterar las balanzas teóricas y Pedersen las inclinó de su costado. Aguantó, y a unos 50 metros del final se puso delante, incrementó el ritmo... y Trentin agachó la cabeza. Entre las nubes y la lluvia surgió un arco iris de 23 años. “Qué voy a decir, que no lo esperaba, esto es el sueño de cualquier ciclista”, declaró con una frialdad digna del día. “Todos íbamos al límite y en estos casos cualquier cosa puede suceder. Veía la línea de meta y me decía que el dolor se iba a pasar en cuanto la cruzase”, añadió. Trentin fue la viva imagen de la decepción en el podio de Harrogate. Küng estaba contentísimo con su bronce, también muy trabajado.
Para los grandes favoritos fue un via crucis. Y cayeron uno tras otro, derrotados por las inclemencias del tiempo. Valverde se bajó de la bicicleta a seis vueltas del final y fue explícito: “Un Mundial de lo
DERROTADOS
Gilbert acabó con lágrimas, Alaphilippe sin fuerzas y Van der Poel desfalleció cuando tenía el oro a tiro
VALVERDE ABANDONÓ
“Un Mundial de locos, iba ya prácticamente helado y les he dicho a los compañeros que no podía más”
cos, iba ya prácticamente helado y les he dicho a los compañeros que no podía seguir. Lo he intentado pero era imposible”, dijo. Otro abandono especialmente sonado fue el de Philippe Gilbert, afectado por una caída. Intentó por todos los medios recuperar el tiempo perdido, con la ayuda de Evenepoel, pero tuvo que darse por vencido y lo hizo entre lágrimas, entendiendo que se le escapaba una oportunidad excepcional.
Cuando Van der Poel saltó para meterse en el quinteto atacante final se vio que las fuerzas andaban ya muy justitas. Alaphilippe vio la jugada y salió a rueda del neerlandés, pero no pudo seguirlo. Poco después saltó Gorka Izagirre, el mejor español en la meta (noveno), pero tampoco consiguió meterse en la fuga buena, la que acabaría repartiéndose las medallas. Finalmente, en un Mundial con 197 corredores en la línea de salida y apenas 46 supervivientes en la meta, sólo acabaron tres españoles: los hermanos Izagirre e Imanol Erviti.