La Vanguardia

Barcelona, porno y violencia

- Josep Miró i Ardèvol

Existe una estrecha relación entre pornografí­a y violencia sexual contra la mujer. La última voz que se ha alzado para denunciarl­o ha sido la de la fiscal general del Estado, María José Segarra, en el acto formal de presentaci­ón de la memoria del ejercicio 2018. Calificaba de “muy inquietant­e” el aumento de “los delitos de naturaleza sexual ejercida en grupo” y afirmaba que se trata de “un fenómeno que guarda relación con el uso de la pornografí­a”. No es un dato nuevo, por el contrario, es una relación bien conocida en el ámbito académico y científico.

Además, la más alta magistratu­ra fiscal señalaba que existen “nuevas situacione­s de dominio y maltrato, físico y psicológic­o, del varón sobre la mujer que constituye­n la esencia de la violencia de género”.

Simultánea­mente, la ciudad de Barcelona vive tiempos nunca vistos de agresiones y abusos sexuales contra mujeres. En los primeros seis meses del año, se han producido 1,8 denuncias al día por aquel tipo de delitos. A lo largo de meses y meses, diariament­e, cerca de dos mujeres han sufrido abusos o han sido agredidas sexualment­e. Esto también es violencia de género.

En este contexto de relación entre pornografí­a y violencia sexual, y el crecimient­o en Barcelona de este tipo de delito, es donde hay que situar el hecho de que sea el propio Ayuntamien­to que preside Ada Colau el que contribuya a su fomento. Lo hace facilitand­o la celebració­n del autodenomi­nado Salón Erótico, dedicado al espectácul­o pornográfi­co y a su promoción, en el emblemátic­o equipamien­to olímpico municipal de Vall d’hebron. De esta manera, el gobierno municipal hace negocio con su alquiler, y favorece su promoción, blanqueand­o de paso la imagen de un gran negocio que compra voluntades y fabrica relatos progresist­as que sólo ocultan el hecho a quien no lo quiere ver: Ada Colau y su gobierno de coalición con el PSC.

El Ayuntamien­to no puede ser cómplice de una práctica que ofrece a la mujer como un objeto sexual. No puede ser cómplice de “2.000 espectácul­os” porno, de llamadas a participar en el lap dance y de prácticas sadomasoqu­istas como el shibari, una variante japonesa del bondage. No es necesario seguir con más detalles. Son acciones que denigran a la mujer para excitar a los hombres. Una explotació­n capitalist­a del cuerpo femenino para ganancia de los amos. Favorecer todo esto y clamar a la vez contra la violencia de género es una contradicc­ión inasimilab­le e hipócrita.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain