Eixample desnatado
La casi centenaria Granja Vendrell de la calle Girona se despide de su fiel clientela; mañana cierra por jubilación
Hoy es el último día para degustar la popular nata de la Granja Vendrell. Mañana, el emblemático establecimiento de la calle Girona, catalogado por el Ayuntamiento de Barcelona como singular, no subirá la persiana. Su propietario, Demetri Vendrell, se jubila. Sus hijas no seguirán el negocio y, al menos por ahora, no ha logrado traspasarlo. Pero no cejará en su empeño, pese a las restricciones normativas que lo ponen difícil. “Confío que en que pronto resurgirá –explica– manteniendo la misma esencia que ha tenido desde que mi abuelo lo abrió en 1921”.
Al saber que tenía los días contados, la clientela se ha volcado para decir adiós a un local que ha endulzado la Dreta del Eixample durante casi 99 años. “Hace unos días vino un señor de más de 80 años que celebró su primera comunión aquí; lo recordó con nosotros y casi se nos caen las lágrimas”, explica, emocionado, el señor Demetri, al tiempo que recuerda que antaño era habitual acoger celebraciones familiares. “No tengo palabras para describir todo esto, hacía muchos años que no se formaban colas en la puerta, los clientes vienen expresamente, y muchos ahora viven fuera del barrio, para mostrarnos su afecto”, prosigue el propietario, que quiere aprovechar la publicación de este artículo en La Vanguardia para dar las gracias a todos.
La Granja Vendrell es de esos establecimientos en los que la relación con los clientes es especial, cercana. El señor Demetri y su esposa, Cris Torres, conocen a muchos de ellos por sus nombres y conversan con un saber hacer exquisito. Como los productos que sirven, los más conocidos los lácteos, por supuesto.
Volvamos a la nata de la Granja Vendrell, famosa en muchas manzanas a la redonda. “La elaboramos con una máquina convencional de aire que le da esponjosidad”, explica Demetri. Pero la clave, apunta, es “la calidad de la leche y que mantenemos como mínimo un 38% de materia grasa; con menos no sería lo mismo”. Estos días los clientes están preocupados porque no saben dónde irán a comprar tan rico manjar. “Les decimos que vayan a Viader”, aclara Demetri. La recomendación de la histórica granja de la calle Xuclà tiene toda lógica por la calidad de su producto, pero también porque forma parte de la memoria de los Vendrell. El abuelo, que también se llamaba Demetri, trabajó allí antes de establecerse por su cuenta en la calle Girona, para lo cual tuvo apoyo económico de ese otro comercio emblemático, y comenzó vendiendo su género hasta que produjo el suyo propio en Begues. El negocio creció y llegó vender más de 4.000 litros de leche cada día y a repartirla a domicilio.
El catálogo de comercios singulares reconoce algunos elementos de la Granja Vendrell, como la lámpara, el arrimadero de mármol, las ventanas del altillo, los espejos, la lámpara de globo de vidrio o el rótulo exterior art déco. Son piezas que deben pervivir, pero lo bonito sería que también lo hicieran sus suizos, flanes, mató, crema catalana... y, claro está, su nata.
Desde febrero en la calle Girona opera una moratoria para nuevas licencias de restaurantes y bares, entre otras razones porque se prevé reformar la zona. Y luego se hará un plan especial. “Esto hace que no se pueda cambiar la actividad de la granja, que es de alimentación y degustación”, explica el señor Demetri, que también es dueño del local. Por ello, sigue, “no podemos servir alcohol, acompañar nuestros bocadillos con una cerveza o una copa de vino”. Una limitación, lamenta, que dificulta el traspaso.
Pese a las restricciones normativas que dificultan el traspaso del negocio, su propietario confía en que resurja