La Vanguardia

¡Más madera!

- Daniel Fernández

De la antología de frases brillantes que nos ha dejado el marxismo, facción Groucho, una de las más populares tiene su origen en Los hermanos Marx en el Oeste y es la de “¡Más madera! ¡Es la guerra!”, enunciada mientras destrozan un vagón de tren intentando alimentar la caldera con la madera arrancada de mala manera de las paredes, techos y suelos del convoy. En el original, la frase no existe. De hecho, Groucho se limita a gritar Timber!, lo que aullaban los leñadores del Norte americano cuando iba a caer un árbol tras talarlo a golpes de hacha. Es más, tampoco aparece la frase dicha tal cual en el doblaje español. ¿Y entonces? Pues un falso recuerdo o una falsa cita, como “Elemental, querido Watson” o tantas otras. Se cuenta que fue Miguel Mihura el responsabl­e de propagar la especie de la frase apócrifa. Al fin y al cabo, bastante tuvo que ver en la traducción y doblaje de Una noche en la ópera y, según la leyenda, también en otras películas de los Marx.

Groucho (de grouch, que significa gruñir en inglés) nos dejó muchas más citas citables, como afirmar que el matrimonio es la principal causa de divorcios, pero esta en concreto ha quedado como ejemplo pluscuampe­rfecto de perseverar en situacione­s comprometi­das y destrozar el vagón a fin de que no se detenga la locomotora. No habíamos visto una escena parecida desde la larga persecució­n, con viaje de ida y vuelta, de Buster Keaton en El maquinista de la General, donde la guerra de secesión también era tomada a risa (con todo, filmó una de las escenas más caras de la historia: hizo caer una locomotora a un río desde lo alto de un puente en llamas).

En fin, Íñigo Errejón, que no sé por qué se me antoja que tiene un cierto físico grouchiano o grouchesco (habría que verlo con frac, puro, cejas y bigote pintados y caminando como él) ha anunciado que se presenta a las próximas elecciones generales bajo la marca electoral ¡Más País!, que podría parecer un homenaje a nuestro diario hermano madrileño, de no ser porque Juan Luis Cebrián se despachó el otro día a gusto en la presentaci­ón del libro Cal viva del bracete de Pablo Iglesias. Claro que JLC ya es de otro país, pero mejor dejémoslo ahí. El nombre del partido, lista o cosa de Errejón, fabricada para recaudar votos procedente­s de Unidas Podemos pero que puede terminar llevándose bastantes del PSOE, tiene una resonancia marxista, que es a lo que íbamos, innegable. Pero transmite también ese inconfundi­ble aroma de la izquierda desmontand­o a hachazos su vagón para seguir alimentand­o el calor de las rencillas personales… La parte contratant­e de la primera parte será considerad­a como la parte contratant­e de la primera parte, para seguir con el marxismo.

Sí, ya sé que Errejón es el simpático y el abanderado del buenrrolli­smo prácticame­nte socialdemó­crata ahora que ni Pablo Iglesias es ni ha sido nunca comunista, pero qué quieren que les diga, si yo me lo cruzo de frente en un tren desbocado y con un hacha en las manos, les doy mi palabrita de honor que confianza confianza no me provoca. Más bien miedito.

Íñigo Errejón tiene un cierto físico grouchiano o grouchesco

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