Adrián Ben rompe una maldición: finalista en 800 m
Locos se volvían los espectadores qataríes al ver como su héroe, Abubaker Abdalá, se lanzaba como un poseso a por la calle libre mientras se peleaba con el portorriqueño Wesley Vázquez por tomar la cabeza de los 800 m. Aquella era la primera de las tres semifinales y el español Adrián Ben, que se veía pequeñajo entre tanto velocista grandullón, porfiaba por no perder el contacto. Desordenados pasaron todos por el 400 m en 48s72, y no contento con eso Vázquez aceleró aún más, para tocar los 600 m en 1m15. De ahí a la meta todos hicieron lo que pudieron, y de eso sacó petróleo Ben (21), que se proyectó hasta 1m44s97 (frente a sus 1m45s78 previos), clasificado por tiempos, para romper una maldición: correrá la final de mañana, algo que solo había logrado Tomás de Teresa en Tokio’91 (fue octavo). “Tuve una crisis existencial en marzo, tras los Europeos indoor (apeado en las semifinales de los 1.500 m), pero luego hablé con mi entrenador, Arturo Martín, y me dijo: ‘Continuidad, tío, continuidad’”, dijo Ben. Álvaro de Arriba se vio fuera (1m46s09), igual que Bosse y Szczot, oro y plata en el 2017.