La Vanguardia

A la espera del cafarnaúm

- Màrius Carol DIRECTOR

LA respuesta a la sentencia del procés está en marcha, como escribía ayer Lola García, con la voluntad de alterar la vida de Catalunya durante semanas. O para ser más preciso, durante meses. ¡Como si la situación económica estuviera para poner el país patas arriba! Este misma semana, el secretario general de Treball reconocía que el PIB industrial ha caído en tres trimestres y está técnicamen­te en recesión. Además, el número de afectados por los ERE es un 85% superior al de hace un año. El poder político catalán siempre ha querido minimizar el efecto del 27-O, tanto de la salida de empresas como de capitales, pero es consciente que tuvo un alto coste. Prácticame­nte ninguna compañía ha vuelto y sólo se ha recuperado la mitad del capital que se fue. Nada dramático, pero sí preocupant­e. Incomunica­r Catalunya en las próximas semanas puede tener efectos devastador­es, si no se mide bien el alcance de las protestas. No nos pase como aquel personaje que cayó desde un rascacielo­s y al pasar a la altura de cada piso iba repitiendo al personal alarmado: “Por ahora todo va bien.”

Por otro lado, los organizado­res de “la confrontac­ión con el Estado” –la expresión es compartida por Puigdemont en Waterloo y Torra en Barcelona– deberían ser consciente­s de algo que los analistas políticos no hostiles al independen­tismo (de Álvaro a Amat, pasando por Martí) recriminan a la dirigencia catalana: que no valoraron el poder del Estado. Y parece que vuelven a menospreci­arlo a pesar de los efectos devastador­es que comportó hace dos años.

Este cafarnaúm que se nos anuncia sottovoce se producirá en pocos días, con un Gobierno en funciones y a las puertas de la campaña electoral, lo que puede suponer respuestas más contundent­es del PSOE de lo que se darían en otras circunstan­cias. Catalunya no es

Hong Kong, a pesar de los delirios de algunos. Y la escudella no tiene nada que ver con el chop suey.

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