La Vanguardia

Asia Argento

Asia Argento, actriz y directora de cine

- SARA SANS Sitges

ACTRIZ Y DIRECTORA

La actriz, directora y productora musical italiana Asia Argento, que abanderó la campaña #Metoo recogió anoche el premio Meliès en el Festival Internacio­nal de Cine Fantástico de Sitges, que culminará el próximo domingo.

Asia Argento, actriz, directora, guionista, modelo, productora musical, cantante y una de las abanderas del #Metoo, aterrizó en Sitges con un cambio de look radical. Ahora es rubia platino, “a lo David Bowie”, dice. Hija de uno de los referentes del cine de terror, Darío Argento, por la mañana charló sobre sus referentes artísticos y su prolífica carrera (más de sesenta películas) y por la noche recogió el Premio Meliès del Festival Internacio­nal de Cine Fantástico. A sus 44 años, ya casi no actua, prefiere dirigir y asegura que cuando se retire, “cultivaré tomates y cuidaré de mis plantas... eso sí me apasiona”.

Nieta de fotógrafa y productor de cine, hija de la actriz Daria Nicolodi y de Darío Argento... ¿podía no haberse dedicado al cine?

Absolutame­nte no. Empecé a trabajar cuando tenía nueve años. Ni siquiera lo decidí, me lo preguntó una amiga de mi madre, que entonces trabajaba con Pasolini... y yo en el set estaba como en casa. De pequeña quería ser escritora y escribía poemas, pero comencé a trabajar y ya no paré. A los 16 ya trabajaba todo el día y no pude acabar el bachillera­to. A los 18 gané el Oscar italiano y el segundo, dos años después...

¿Ha animado a sus hijos a entrar en esta industria?

¡Noo! Aunque mi hija trabajó conmigo, con un pequeño papel en

L’incomprise y ha intervenid­o en un cortometra­je. Sé lo duro que es esto para un niño, creo que tengo una parte infantil porque no viví lo que me tocaba. Quise que mis hijos fueran normales. Cuando sean mayores ya decidirán.

Ha dirigido, escribe, produce discos, hace televisión... ¿Actuar se le quedó pequeño?

Actuar nunca fue suficiente para mi. Los actores dicen que esto es muy duro y exigente, pero no es así. De las sesenta películas que he hecho, creo que salvaría tres.

¿Sólo tres?

Sí, las tres en las que más me han exigido. En las que tuve que improvisar y ser creativa, como cuando trabajé con Abel Ferrara. En la mayoría de películas eres un instrument­o del director y los hay muy estúpidos, por eso he hecho sólo dos o tres películas desde el 2013 como actriz. Pero me encanta hacer teatro, dirigir, la música, muchas cosas... Prefiero trabajar en televisión haciendo de juez en un show de música y ser mi misma y decir lo que pienso, que tener que decir textos que no me creo. Soy exigente conmigo y con mi trabajo.

¿Qué historia le gustaría contar ahora?

Dirigí Scarlet Diva, que era mi vida a los 20 años, luego L’incomprise, que era mi infancia... y ahora quería relatar mi época adolescent­e en Roma. Tuve la suerte de vivir el momento fascinante en que explosionó el techno y la escena rave, el grounge, el nuevo punk... Escribí la historia y en Estados Unidos les encantó, me compraron los derechos de autor pero luego no la hicieron... y ahora estoy pensando en reescribir la película en Italia, donde realmente pasó.

¿Y mientras?

En estos momentos me parece más excitante trabajar en una canción que hacer una. En verano retomé mi blog. Creo que fue Borges que dijo que la poesía siempre regresa, como la puesta de sol. Yo pensé que había perdido mi voz pero un día te levantas y vuelves a escribir. Como decían en latín verba volant, scripta manent (las palabras vuelan, lo escrito queda).

¿Qué le da más miedo, una película de terror o la vida real?

La vida real es horrible. Mi padre hacía terror estéticame­nte bonito, pero el mundo es realmente feo, peor que una película de terror. He visto cien veces la película de mi padre Profondo Rosso y sigo chillando pero lo que es realmente terrorífic­o es hacia donde va el mundo. Parece que al poder le interesa que la gente tenga miedo, porque paraliza y es una forma de controlarn­os.

¿Cree en la visión propia de la mujer o sólo en la visión creativa?

El punto de vista de una mujer y de un hombre es distinta. Todas las batallas en las que participó mi madre en los setenta para la emancipaci­ón de las mujeres no nos ha traído tanto... Yo he tenido que trabajar y cuidar de mis hijos sola. Lo importante es tener la visión, pero el tipo de injusticia­s que vivimos como mujeres nos da otro sentido del humor y otro tipo de fuerza, estamos más castradas. Si más mujeres tuvieran poder, el trabajo sería más agradable. Los hombres siempre compiten a ver quien la tiene más grande... Las mujeres somos más colaborati­vas.

¿Cómo le gustaría que culminara el movimiento #Metoo?

Creo que hemos hecho un gran paso adelante, se ha creado un tsunami y mucho de los depredador­es han desapareci­do. Pero quizás después de este gran paso, hemos hecho algunos pequeños hacia atrás, porque los hombres que tienen poder intentan acabar con esto, como han intentado destruirme a mí y hacerme desaparece­r. Yo tuve que retirarme, porque son más fuertes que yo. Yo soy como un grano de arena, mi único poder es mi voz y mis ideas, pero para ser honesta, he preferido acabar con esto. Afortunada­mente hay muchas otras mujeres que pueden seguir luchando.

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CARLES CASTRO / GARRAF NEWS MEDIA Asia Argento, ayer en Sitges, antes de recibir el premio Meliès del Festival

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