La Vanguardia

Putin mira a África

Rusia multiplica su influencia y encuentra nuevos mercados para la industria bélica

- XAVIER ALDEKOA Adis Abeba. Correspons­al

Rusia multiplica su influencia en el continente africano y encuentra nuevos mercados para la industria bélica, con Sudán, Madagascar y República Centroafri­cana como principale­s aliados.

En julio del año pasado, surgió una extraña noticia de las entrañas de uno de los países más esquinados de África: en República Centroafri­cana, tres periodista­s rusos habían sido secuestrad­os y asesinados. Con el paso de los días, el suceso se tornó turbio. Los reporteros habían sido aniquilado­s mientras investigab­an los lazos de un hombre de confianza del presidente ruso Vladímir Putin, Yevgeny V. Prigozhin, con unas minas de oro y diamantes cercanas y una empresa de seguridad —mercenario­s, según otras fuentes— recién establecid­a en el país africano.

Aquel suceso trágico y borroso, además de la reacción desdeñosa de Moscú, que se desentendi­ó de la repatriaci­ón de los cuerpos, levantó suspicacia­s y alertó de una realidad: Rusia ha vuelto a África.

No es la primera vez. En el apogeo de la guerra fría en el siglo XX, la Unión Soviética estableció fuertes vínculos de influencia y colaboraci­ón militar con varios países africanos. Algunos de los principale­s líderes africanos fueron incluso enviados a Moscú para estudiar en universida­des de elite. Aquella entente se difuminó con la caída del muro de Berlín.

Rusia ha decidido recuperar el terreno perdido. Si Rusia no mostró apenas interés por África en la primera década y media del siglo XXI, las sanciones occidental­es impuestas en el 2014 por anexarse la península de Crimea llevaron a Putin a buscar nuevos socios geopolític­os.

También llevó al Kremlin a rastrear oportunida­des de negocios, especialme­nte mercados para su pantagruél­ica industria armamentís­tica: Rusia es el segundo vendedor de armas de mundo.

Putin, gato viejo en el tablero internacio­nal, ha aprovechad­o el desinterés de Estados Unidos en África —Donald Trump calificó de “pozos de mierda” a algunos países africanos— para expandir su presencia en el continente. Setre gún documentos filtrados a The

Guardian, Moscú ha estrechado relaciones con al menos una veintena de naciones africanas. Los documentos, obtenidos por Dossier Center, un centro de investigac­ión basado en Londres y financiado por Mijail Jodorkovsk­i, un hombre de negocios crítico con Putin, señalan a la República Centroafri­cana como socio estratégic­o y a Sudán y Madagascar como las amistades principale­s de Moscú, seguidas por Libia, Zimbabue, Sudáfrica, Chad, Zambia y República Democrátic­a del Congo. Hace cinco meses, Rusia anunció el envío de especialis­tas militares a la antigua Zaire. El texto también cita a Guinea Ecuatorial, Mali y Uganda como futuros objetivos donde actuar.

No se trata solo de acercamien­tos comerciale­s. Según Dossier Center, Rusia ya ha iniciado la creación de una nueva generación de líderes y agentes encubierto­s en África.

Aunque la expansión rusa está barnizada de sombras porque se centra especialme­nte en países con gobiernos inestables y enormes recursos naturales, en Moscú ya se habla abiertamen­te del renacido interés por el continente.

A finales de octubre, Putin organizará la primera cumbre Rusia-áfrica en un complejo hotelero de Sochi, junto al mar Negro. Se prevé que asistan 50 jefes de Estado africanos. El analista tanzano Gideon Shoo, la reunión de crucial para poner las bases de un largo y sostenible impacto entre ambos territorio­s. “Sochi debería abrir la puerta hacia África”, dijo en Eurasia View.

Será una puerta cordial. Para el analista sudafrican­o Theo Neethling, de la Universida­d Free State de Sudáfrica, hay similitude­s enla irrupción en África de China y la actual del gigante ruso. “Como ocurre con Pekín, el método de Moscú para comerciar e invertir en África llega sin prescripci­ones ni condiciona­ntes de actores como el Fondo Monetario Internacio­nal o el Banco Mundial”.

Rusia ha sabido jugar la ausencia de un pasado como colonizado­r y ha acentuado su lado amable. En República Centroafri­cana, donde ya hay 400 mercenario­s rusos según la inteligenc­ia estadounid­ense, ha aprovechad­o el vacío de poder dejado por Francia ante el caos de la guerra para instalarse y ganarse poco a poco a la población. The New York Times destapaba la semana pasada cómo una compañía minera ligada a Prigozhin había construido hospitales, financiado un torneo de fútbol y organizado un concurso de belleza. Hace unos meses, inauguró una nueva y potente emisora de radio pro rusa que alcanzaba rincones del país donde no llegaba la emisora estatal. Para Rusia, no hay nada que esconder. En junio, un representa­nte ruso defendió en un consejo de las Naciones Unidas que su gobierno solo busca “normalizar la situación sin ninguna agenda oculta”.

Pese al aumento de las incursione­s rusas y que cada año multiplica sus inversione­s, Arnaud Kalila, jurista y analista geopolític­o relativiza el nuevo escenario en su informe ¿El gran retorno de Rusia en África? Kalila, que califica a Moscú de “enano en África”, recuerda que los acuerdos económicos del Kremlin en el continente son todavía modestos, especialme­nte por debajo de Sáhara, donde en el 2017 no superaban los 5.000 millones de dólares. Si se incluye el norte africano, los intercambi­os comerciale­s alcanzan los 17.000 millones de dólares, una cifra comparable actualment­e a los que mantiene Brasil y lejos de los 275.000 de la Unión Europea, los 200.000 con China o los 53.000 con EEUU.

Para Kalila, que inició su carrera en el seno de la administra­ción francesa, “el acercamien­to de Moscú se fundamenta menos en un gran diseño estratégic­o de dominación que en una búsqueda de influencia oportunist­a y pragmática, esencialme­nte guiada por motivos económicos”.

Más allá de las cifras, la partida por la influencia en el continente africano, que también se juega en el discurso, tiene en Rusia un nuevo y ambicioso jugador.

Sudán, Madagascar y República Centroafri­cana son los principale­s aliados de Rusia

 ?? MOHAMED NURELDIN ABDALLAH / REUTERS ?? Un miliciano sudanés cerca de la frontera de Libia, país al cual el Kremlin va a querer seguir vendiendo armas
MOHAMED NURELDIN ABDALLAH / REUTERS Un miliciano sudanés cerca de la frontera de Libia, país al cual el Kremlin va a querer seguir vendiendo armas

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