La Vanguardia

Un reformista contra los imposibles

El socialista António Costa logró gobernar cuatro años con el aval de los comunistas y de los mercados

- ANXO LUGILDE

Para enfatizar que los gobiernos surgen de mayorías parlamenta­rias, António Costa admitió el viernes pasado que “no es posible, incluso para un optimista, hacer una tortilla sin huevos”. Este reconocimi­ento de la realidad por parte del primer ministro portugués tiene su miga, pues su gran divisa en política consiste en que no hay imposibles, aunque siempre lo proclama desde su punto de vista reformista, nada utópico.

En un momento aún más dulce que el actual, de optimismo desatado como la gran revelación del socialismo europeo, en el 2016 Costa le entregó en público a una de sus ministras una vaca con alas que había comprado diez años antes en un aeropuerto de Londres. La mascota, dijo, demuestra que “incluso aquello que es más improbable, como es que las vacas vuelen, también puede no ser verdad. Hasta las vacas pueden volar”.

La victoria de ayer, aun con la amargura de no incluir esa mayoeurope­a. ría absoluta que el Partido Socialista (PS) sólo logró en el 2005, supone un refrendo en las urnas a las “vacas voladoras” de este abogado lisboeta de 58 años que desde el 2015 ha desmontado varios imposibles de la política portuguesa. Lo hizo al convertirs­e en primer ministro después de haber sido en las legislativ­as el segundo candidato más votado y al incorporar al juego de mayorías a los comunistas y el Bloque de Izquierda. Además, gobernó cuatro años con el aval simultáneo de estos dos partidos, contrarios a la ortodoxia económica, y de los mercados financiero­s y la Unión El nombramien­to de su ministro de Finanzas, Mário Centeno, como presidente del Eurogrupo en el 2017 supuso el colofón de una auténtica “cuadratura del círculo”.

Así se llamaba el programa de la SIC Notícias en el que, como alcalde de Lisboa, Costa se proyectó en la política nacional hasta dar el salto al liderazgo socialista hace cinco años, cuando comprobó que había opciones de recuperar el Gobierno, ante el desgaste del entonces primer ministro, el conservado­r Passos Coelho.

Militante socialista desde los catorce años, es ya todo un veterano que a los 36 asumió su primer ministerio, el de Asuntos Parlamenta­rios, en el Gobierno del hoy secretario general de la ONU, António Guterres. De ese gabinete también formó parte José Sócrates, quien en el 2005 se convirtió en primer ministro, con su amigo Costa de número dos del ejecutivo, hasta que en el 2007 desembarcó en la alcaldía de Lisboa.

La sombra de un Sócrates que estuvo en prisión, y sobre el que pesan muy graves acusacione­s por acumular en Suiza un presunto botín de 24 millones de euros procedente­s de comisiones ilegales, marcó a Costa en la campaña del 2015. No sólo no pudo conseguir la mayoría absoluta hacia la que apuntaba un año antes, sino que ni siquiera fue capaz superar en votos y escaños a un muy quemado Passos Coelho que encabezaba una coalición de toda la derecha.

Costa es un muy hábil negociador en pasillos y despachos, pero no es un político de campañas, repiten estos días los comentaris­tas portuguese­s. La carrera hacia las urnas no resultó favorable para el líder del PS, sacudido por la presunta implicació­n de su exministro de Defensa en el escándalo del robo de material militar en la base de Tancos. Y el viernes Costa la acabó de la peor forma posible, al perder los nervios con un anciano que le recriminó estar de vacaciones durante el incendio forestal de Pedrogão Grande, en el que murieron 66 personas.

“¡Mentira!”, gritaba con razón el primer ministro, pues se tomó unos días de descanso justo después del siniestro y del robo de Tancos. Pero se descompuso tanto que sus guardaespa­ldas acabaron protegiend­o al provocador. Fue una poco edificante exhibición del Costa temperamen­tal, tan humano en el fondo que, pese a creer en las vacas voladoras, sabe que las tortillas sólo se hacen con huevos.

Ministro a los 36 años y exalcalde de Lisboa, se ha especializ­ado en romper tabúes de la política portuguesa

Costa se sobrepuso a la sombra de la presunta corrupción de su amigo el primer ministro José Sócrates

 ?? RAFAEL MARCHANTE / REUTERS ?? António Costa, en el último día de campaña electoral, el pasado viernes en el centro de Lisboa
RAFAEL MARCHANTE / REUTERS António Costa, en el último día de campaña electoral, el pasado viernes en el centro de Lisboa

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