La Vanguardia

Los jóvenes mantienen su desafío y protestan con máscaras

Nueva jornada de marchas y choques violentos con la policía en Hong Kong

- I.A.

Si no quieres taza, toma taza y media. Así reaccionó este domingo el grueso de los manifestan­tes antigubern­amentales de Hong Kong, que salieron en masa con sus rostros embozados para desafiar la ley anti-máscaras recién aprobada por el Gobierno local. Una jornada de protestas que volvió a acabar con violentos disturbios, el ataque a edificios gubernamen­tales, varios detenidos y graves destrozos en estaciones de metro y negocios vinculados a la China continenta­l.

Bajo un intenso aguacero, decenas de miles de personas recorriero­n las calles de la isla de Hong Kong y la península de Kowloon durante horas para protestar contra la normativa que entró en vigor este sábado. La ley de la discordia no difiere de la que rige en multitud de democracia­s occidental­es –España incluida–, donde también está prohibido que los manifestan­tes oculten su rostro para no ser identifica­dos.

Sin embargo, lo que escandaliz­a a parte de la población es que, para aprobarla, Carrie Lam, la jefa del Ejecutivo, recurrió a una herrumbros­a ley de emergencia de la era colonial que no se usaba desde hace medio siglo. “Es una norma irracional y arbitraria, pero sobre todo, muy peligrosa, porque abre las puertas a que el Gobierno apruebe mayores restriccio­nes a nuestras libertades sin someterse a ningún control”, se quejó a este diario una veinteañer­a que dijo llamarse Claire.

Como ya ha sucedido muchas otras veces, tras la masiva marcha pacífica llegaron los momentos de mayor violencia. Los jóvenes más radicales arrasaron estaciones de metro como la de Mong Kok, que acabó inundada y con sus accesos en llamas; reventaron semáforos y postes de la luz; destrozaro­n sucursales bancarias y locales comerciale­s; y lanzaron cócteles molotov, uno de los cuales impactó sobre un periodista local que sufrió quemaduras en su rostro. Por su parte, la policía respondió con gases lacrimógen­os, pelotas de goma, un cañón de agua y numerosas detencione­s.

Uno de los episodios más sangriento­s del día se vivió en el barrio de Sham Shui Po. Allí, un taxista de unos 60 años embistió a la multitud y atropelló a dos mujeres. Tras su acción, el conductor fue apaleado por los manifestan­tes hasta quedar gravemente herido y su vehículo fue golpeado con saña.

La jornada de ayer dejó claro que el cansancio, los daños a la economía y la amenaza de nuevos castigos no ha hecho mella en unas protestas que van a entrar en su quinto mes. Además, incide en la cada vez mayor división social que vive la excolonia, con las dos partes en conflicto culpando de la situación a la otra y sin que se aviste una solución negociada a corto plazo.

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ANTHONY KWAN / GETTY Un manifestan­te bien equipado

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