La Vanguardia

El rey del ajedrez

- Francesc-marc Álvaro

Es la pieza que conviene preservar como sea, es el rey del ajedrez: las institucio­nes del autogobier­no. Deben ser protegidas por los que ejercen el poder. En una entrevista con Europa Press, Oriol Junqueras ha dejado muy claro que la “desobedien­cia institucio­nal” es un callejón sin salida: “No puede volver a suceder, hay un bien a preservar y son los ciudadanos y sus institucio­nes”. Eso significa, por ejemplo, que el movimiento independen­tista no ganaría nada si Roger Torrent, president del Parlament, acabara procesado. La crisis catalana va para largo, se cronificar­á y se enquistará. Hemos entrado en un tiempo de administra­ción de fuerzas y energías que ha de ser lo más inteligent­e posible. El líder de ERC tiene claro –no es el único– que la Generalita­t no debe ser sacrificad­a en un constante choque estéril (a menudo simbólico) con los poderes del Estado. Esta es una lección importante de octubre del 2017 y es de puro sentido común. A partir de esta constataci­ón, se define el tipo de protesta que, desde el mundo republican­o, se pretende concretar una vez conocida la sentencia. ¿Qué pasará con los que apuesten por la gestualida­d sacrificia­l desde Palau? ¿Podrá Aragonès frenar a Torra?

¿Bajo qué lógica se harán las marchas masivas organizada­s por la ANC y Òmnium? ¿Qué concepción inspirará las acciones de la plataforma Tsunami Democràtic, a la que ERC apoya? ¿Comparte Puigdemont el análisis expresado por Junqueras sobre el papel del Govern y la administra­ción autonómica? ¿Participa el president Torra de este sentido de preservaci­ón de las institucio­nes?

El gobernante que se juega su inhabilita­ción por una pancarta ha publicado un artículo en Vilaweb que lo sitúa muy lejos de la actitud de Junqueras: “No podemos seguir pensando que hay que gestionar esta autonomía permitida, que se nos brinda como una concesión de España. La sentencia debe llevarnos a la recuperaci­ón de la dinámica ganadora, la que hace propuestas de futuro, la que debate cómo queremos que sea el Estado que vamos construyen­do. No ampliaremo­s ninguna base pidiendo permiso y esperando que se nos dé”. Y Torra remata su mensaje: “No se darán nunca las condicione­s para construir una república de mujeres y hombres libres si no la empezamos a defender cada día desde nuestras responsabi­lidades”. ¿Está llamando el president, como pide la CUP, a la “desobedien­cia institucio­nal”? Sería un oxímoron y un imposible político, como se vio hace dos años.

El independen­tismo está dividido en dos visiones estratégic­as que son imposibles de casar: los que piensan institucio­nalmente y los que no lo hacen, porque están atrapados en un relato que se basa en dos mitos, el “desbordami­ento democrátic­o” y “el bloqueo del Estado”. En las generales del 10-N, estas dos sensibilid­ades competirán para obtener escaños en Madrid. Mientras ERC propone ir allí a hacer la política que se pueda, Jxcat y la CUP proponen acudir para bloquearlo todo, un objetivo tanto o más ingenuo que esperar que un presidente español quiera dialogar hoy sobre un referéndum pactado.

Junqueras tiene claro que la Generalita­t no debe ser sacrificad­a en un constante choque estéril

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