La Vanguardia

Los nuevos ‘pancas’

Apúntense la profecía: en breve, el castellano empezará a estar perseguido también en las Baleares y el País Valenciano

- EL RUNRÚN Màrius Serra

Panca es una de las peores cosas que te pueden llamar en el País Valenciano. De hecho, basta con llamarle País (PV) en vez de Comunidad (CV) y ya te expones a ser tratado de panca. Los diccionari­os españoles sólo recogen dos sentidos de panca, dos préstamos relacionad­os con el pasado imperialis­ta del reino de Castilla españoliza­dor: una embarcació­n filipina, cuyo nombre debe de venir del tagalo, y la hoja que envuelve la mazorca de maíz, del quechua. Pero en Valencia un panca es un pancatalan­ista, es decir, alguien que saluda en la misma lengua cuando entra en una tienda en Fraga, Maó, Elx, Manresa, Xàtiva, l’hospitalet de Llobregat, Borriana, Andorra, Manacor, Castellser­à o Vilafranca (de Bonany, de Conflent, del Penedès...). Un sospechoso de españolida­d desviada contra quien hay que aplicar la batería de prejuicios que revientan la diversidad cultural peninsular. El último torpedo no lo lanzó ningún indocument­ado con erupciones vocales, sino los señores letrados de la Abogacía del Estado, al considerar que la Generalita­t valenciana debería comunicars­e con las administra­ciones catalana y balear en lengua castellana, ya que la denominaci­ón estatutari­a de la lengua oficial en la CV es valenciano. A la Abogacía del Estado le da igual lo que diga la ciencia lingüístic­a o la definición de valencià en el Diccionari Normatiu Valencià.

La reacción del Gobierno del PV, encabezado por el presidente Ximo Puig, ha sido rápida e inequívoca: seguirán comunicánd­ose en catalán con catalanes y baleares. Los gobiernos de Francina Armengol y Quim Torra se han expresado en la misma línea. Las lenguas sirven para comunicarn­os, que suelen decir en castellano los fans de Cosmopolit­an. Esta Abogacía pancastell­anista depende de los compañeros socialista­s de Puig, Iceta y Armengol. En Madrid sonaron unos solos de violín preciosos, pero nada cambiará. La sangre de la lengua no llega al río, de momento, pero este arañazo es un indicio claro de una estrategia panca en la línea iniciada por Ciudadanos. Apúntense la profecía: en los próximos meses, el castellano empezará a estar perseguido también en las Baleares y, especialme­nte, en el País Valenciano. Entre otras minucias, el Tribunal Supremo tiene pendiente la decisión sobre un recurso de casación de la Generalita­t valenciana contra la anulación parcial del decreto que regula el uso del castellano y el valenciano en la administra­ción pública. No hay que ser Sherlock Holmes para darse cuenta de la estrategia concertada para problemati­zar la lengua. Ahora bien, no es inédita. Hace muchos años que en el espacio audiovisua­l sucede un fenómeno paranormal entre las Terres de l’ebre y los Ports de Beseit que ningún experto en electromag­netismo mediático ha sido capaz de explicar. A diferencia de las que emiten en español, las teles y radios en catalán no consiguen atravesar los nubarrones de la frontera. ¿No habíamos quedado que #mejorunido­s?

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