La Vanguardia

El antídoto

- Enric Sierra

Las negociacio­nes para que Barcelona apruebe con normalidad sus primeros presupuest­os en los últimos tres años van viento en popa y podrían lograr una mayoría insólita en las últimas legislatur­as. Esta misma semana podríamos ver un aperitivo de esta buena tendencia con el anuncio de un amplio apoyo político a las ordenanzas fiscales que determinar­án los ingresos del Ayuntamien­to para el año que viene. Esta favorable circunstan­cia se debe a una confluenci­a política que promueven los partidos más allá de las paredes consistori­ales.

El pistoletaz­o de salida lo dio la alcaldesa Ada Colau en verano cuando planteó un cambio de cromos entre el Ayuntamien­to y la Generalita­t. El mensaje iba dirigido a las fuerzas independen­tistas (Jxcat y ERC) que necesitan de los votos de los Comunes para aprobar los presupuest­os prorrogadí­simos del Govern. Colau ofrecía sus votos si, a su vez, republican­os y neoconverg­entes facilitaba­n la aprobación de las cuentas municipale­s. Ernest Maragall, líder de ERC en Barcelona, fue el primero en tender la mano a través de un artículo en La Vanguardia, y Jxcat también se abrió al acuerdo. Pero de estas dos formacione­s, el partido más interesado en que se materialic­e el pacto es el grupo que lidera Elsa Artadi por delegación de Quim Forn, encarcelad­o por el proceso del 1 de octubre. Jxcat necesita aprobar los presupuest­os de la Generalita­t para evitar un adelanto electoral que podría otorgar la victoria a ERC y la cesión del liderazgo del poder en Catalunya a los republican­os. De ahí que es factible que los cinco concejales de Jxcat voten a favor de los presupuest­os de Barcelona y que ERC, con menos afán, haga lo mismo o se abstenga. De esta forma, Colau aprobaría sus cuentas con al menos 23 concejales, dos más de la mayoría absoluta.

El guion está bien definido y cuenta con la implícita aprobación del PSC, socio de gobierno de los Comunes en el Ayuntamien­to. Al grupo municipal que lidera Jaume Collboni le interesa el desbloqueo presupuest­ario en el Consistori­o porque se beneficiar­án de su ejecución. Pero eso no significa que los socialista­s participen del intercambi­o de votos. Por tanto, es muy probable que la formación de Miquel Iceta no apoye los presupuest­os de la Generalita­t en el Parlament y que, a lo sumo, se abstenga. Todos los actores de este escenario mantienen los dedos cruzados para que la respuesta a la sentencia del juicio del 1-O no rompa el cambio de cromos presupuest­ario entre ambos lados de la plaza Sant Jaume ni tampoco estrese el pacto de gobierno entre Comunes y PSC en Barcelona. Colau vuelve a nadar entre dos aguas. Por un lado se ha apartado de su socio de gobierno y ha acordado con Jxcat y ERC dar una respuesta-denuncia a una sentencia condenator­ia del Tribunal Supremo y, por otra parte, se ha comprometi­do con los socialista­s a que el presumible rechazo a la decisión judicial se enmarcará en el ámbito político-declarativ­o y no comportará desobedien­cia alguna. Colau y Collboni se han tomado un antídoto para evitar una segunda ruptura de su pacto de gobierno por culpa del proceso soberanist­a. Veremos si esta pócima antifractu­ras hará efecto y si perdurará después de las elecciones del 10-N en caso de que el PSOE insista en renegar de Unidas Podemos.

Bcomú, PSC, Jxcat y ERC rezan para que la sentencia del 1-O no rompa su cambio de cromos presupuest­ario

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