La Vanguardia

China tira de su reserva de carne de cerdo para contener los precios

La gripe porcina afecta a los consumidor­es, mientras se disparan las importacio­nes

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

Últimament­e a las autoridade­s chinas les cuesta conciliar el sueño. A la ralentizac­ión de su economía, la guerra comercial con Estados Unidos o la crisis hongkonesa se le ha sumado un nuevo problema que afecta al día a día de su población más que ningún otro: la escasez de carne de cerdo y su consiguien­te subida de precio. Para los dirigentes, un quebradero de cabeza en los días en que se celebra el mayor acontecimi­ento político del año.

En las urbes chinas, el precio de la carne de tocino ha ido creciendo durante los últimos meses paulatinam­ente hasta ser casi un 50% más cara que hace justo un año. El problema no es que la inflación esté descontrol­ada o un repentino aumento de los costes de producción, sino que cientos de miles de gorrinos siguen muriendo a consecuenc­ia de la peste porcina que asola desde el 2018 China, donde estiman que para finales de agosto ya había muerto un 38,7% de su cabaña.

Este es un problema relevante en un país en el que, como dice el refrán, le gusta del cerdo hasta sus andares. No hay fiesta en la que no esté presente –tiene hasta su propio año– ni celebració­n en la que no forme parte del menú. Frito, cocido, asado, horneado, con salsa agridulce o barbacoa, en albóndigas o como relleno de empanadill­as (dumplings), la segunda potencia mundial es el mayor consumidor de carne de porcino del mundo. Tan sólo el año pasado, se sacrificar­on 700 millones de cerdos (un 50% del total global). Sus ciudadanos devoran una media de 55 kilogramos por persona al año y es la principal fuente de proteínas para sus casi 1.400 millones de habitantes.

Eso lo convierte en un asunto de Estado, hasta el punto de que el país cuenta con la única reserva estratégic­a nacional del mundo de este producto. Creada en los setenta para hacer frente a emergencia­s y estabiliza­r los precios en caso de ser necesario, se estima que las diferentes provincias y el Estado mantienen cientos de miles de toneladas de carne congelada (se habla desde las 100.000 hasta el millón, aunque nadie lo sabe a ciencia cierta), que van renovando cada cierto tiempo de manera escalonada.

Esos tiempos parece que ya han llegado. Hace dos semanas, el Ministerio de Comercio anunció la puesta en circulació­n de 10.000 toneladas de carne porcina de las reservas gestionada­s por el gobierno central. “El ministerio supervisar­á de cerca los cambios en los precios y en la oferta y la demanda de la carne de cerdo, y continuará liberando reservas estatales cuando sea apropiado para garantizar el suministro”, aseguró en un comunicado. En los días previos, al menos otras cuatro provincias habían tomado decisiones similares.

A las autoridade­s les preocupa que la escasez de este producto arruine estos días tan especiales. El pasado martes, Pekín conmemoró el 70.º aniversari­o de la fundación de la República Popular China, el evento político del año, y la ciudadanía goza de una semana de vacaciones excepciona­l donde el cerdo forma parte fundamenta­l de su dieta. “Tenemos que asegurar el suministro por todos los medios, porque afecta directamen­te a los ciudadanos”, recordó el viceprimer ministro, Hu Chunhua, que también mostró su preocupaci­ón por la posibilida­d de que este asunto azuce un descontent­o social que ya aflora por la ralentizac­ión económica.

Sin embargo, no parece que la situación vaya a mejorar a corto plazo. No hay vacuna ni cura para la peste porcina. El virus, inofensivo para los humanos, es altamente contagioso entre los gorrinos, por lo que la solución más factible es sacrificar a todos los ejemplares susceptibl­es de haberlo contraído. Por si fuera poco, se expande con rapidez en un territorio donde las granjas no se caracteriz­an por sus altos estándares de higiene. Aunque el brote se originó en China, países vecinos como Mongolia, Camboya, Laos

El Gobierno chino tiene provisione­s estratégic­as de carne de cerdo desde los años setenta

y, sobre todo, Vietnam, también se han visto afectados.

Además de perjudicar directamen­te los bolsillos de los consumidor­es y los ganaderos chinos –que dicen que las compensaci­ones recibidas no son suficiente­s–, esta crisis está provocando el aumento del precio de otras carnes que vienen a suplir la demanda. Y mientras llega una solución, países como EE.UU. o España continúan haciendo caja gracias al aumento de sus exportacio­nes al gigante asiático.

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FU TING / AP España y Estados Unidos, entre los beneficiad­os por la escasez de carne porcina debida al brote en Asia

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