La NBA se arrodilla ante China
La NBA se ha metido un tiro de tres en su propia canasta. La mejor liga de baloncesto del planeta, que –no se olvide– es un lucrativo negocio, ha entrado en arenas movedizas internacionales por el simple hecho –¿simple?– de que a Daryl Morey, el mánager general de los Houston Rockets, le dio por tuitear el otro día a favor de la democracia en Hong Kong.
La que se ha armado, pese a que Morey borró su mensaje de inmediato. Ya era tarde para evitar el enfado de los mandatarios del todopoderoso gigante asiático y su boicot.
La NBA ha tenido que pedir disculpas, circunstancia que, en tiempos de ruptura por el impeachment al presidente Donald Trump, ha propiciado una rara sintonía entre republicanos y demócratas en su condena a los dirigentes de la competición de la cesta. Les acusan de arrodillarse ante el Gobierno dictatorial de Pekín. ¡Vamos!, que se han bajado los pantalones.
“Los fans del baloncesto y los ciudadanos americanos en general no tienen duda alguna de lo que ha ocurrido aquí: la NBA quiere dinero y el Partido Comunista de China le pide que deniegue el más básico de los derechos humanos”, subrayó este lunes el senador conservador Ben Sasse. “En respuesta, la NBA ha emitido una nota en la que defiende que el dinero es la cosa más importante de todas”, añadió. “Nadie debe imponer una ley de mordaza sobre los estadounidenses que defienden la libertad”, escribió en Twitter el senador demócrata Chuck Schumer, mientras que el texano Julián Castro, candidato progresista a las elecciones presidenciales del 2020, terció que China “está empleando su poder económico para silenciar a los críticos, incluso en Estados Unidos”.
Si algo caracteriza a la NBA, respecto a las ligas de otros deportes en este país, es su permisividad y defensa de la libertad de expresión. Jugadores (Lebron James, por ejemplo, por su condena a la conducta racista de Trump) y entrenadores (Gregg Popovich y su defensa de los inmigrantes en contra de la Casa Blanca) se han sentido confortables elevando su voz para expresar sus opiniones políticas y apelar a la conciencia ciudadana desde la plataforma que les brinda su fama.
Pero China, uno de los grandes territorios para una NBA en expansión –cuenta con 300 millones de practicantes y 500 millones de espectadores del deporte más preciado–, es otra cosa. Morey lanzó en su red social el mensaje de “Lucha por la libertad. Estamos con Hong Kong”. Al instante, Tilman Fertitta, dueño de los Rockets, intentó frenar el furor al afirmar que su mánager no hablaba en nombre del equipo. En declaraciones a la ESPN dijo: “Hemos tenido una fuerte reacción y quiero dejar claro que nuestra organización no tiene una posición política”.
Aunque Morey salió para matizar que no se expresó en nombre de la liga, tampoco se disculpó. “No pretendía ofender a los seguidores de los Rockets, sólo me hacía eco, basado en mi interpretación, de una situación complicada”. No se calmó el asunto. Los patrocinadores chinos anunciaron que retiraban el apoyo al equipo de Houston, uno de los más apreciados porque Yao Ming, el mejor jugador chino en la historia, desarrolló toda su carrera en la NBA precisamente en esa escuadra, que ha lucido en más de una ocasión camisetas con caracteres de la escritura china. Las televisiones no ofrecerán sus partidos y la asociación de jugadores, que preside Ming, ha suspendido relaciones con los Rockets.
Esta feroz respuesta, según la han calificado medios estadounidenses, se produce justo en la pretemporada y muchos dirigentes de la NBA se desplazan allá y se programan partidos. Los Lakers de Los Angeles han de enfrentarse en Shangai a los Brooklyn Nets, propiedad de Joseph Tsai, el rico cofundador de Alibaba, el gigante del comercio equivalente a Amazon. Así que Mike Bass, portavoz de la NBA, calificó de lamentable el tuit de Morey. Con las pelotas, perdón, con los dólares no se juega.
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