La Vanguardia

Un Tour sin salir de casa

La UCI quiere organizar un Mundial de ciclismo online en el 2020 y llevarlo a los Juegos Olímpicos

- XAVIER G. LUQUE

En un nuevo intento de combinar el mundo digital con el deporte tradiciona­l, la Unión Ciclista Internacio­nal ha anunciado la inclusión en sus estatutos de la modalidad virtual, una variante del arte del pedaleo que se lleva a cabo de forma virtual desde el domicilio particular, cuyo éxito ha llevado a la UCI a plantearse incluirla como modalidad olímpica.

La Unión Ciclista Internacio­nal anunció durante los recientes Campeonato­s del Mundo celebrados en Yorkshire una iniciativa cuando menos sorprenden­te: un acuerdo con la empresa Zwift para contribuir al desarrollo de una nueva modalidad ciclista. Se trata de la competició­n online, el ciclismo virtual o e-racing. La UCI ya había aprobado en su congreso de Innsbruck (2018) la inclusión del ciclismo virtual en sus estatutos y el pasado septiembre se lanzó a fondo, con el acuerdo con esta plataforma de éxito internacio­nal y el propósito de organizar un Mundial de ciclismo online en el 2020 y también con la idea futura de incluirlo... en el programa olímpico.

Pero pocos días más tarde la credibilid­ad del ciclismo virtual ha sufrido un duro golpe. En Australia y Gran Bretaña, donde esta actividad se halla en plena expansión, se han celebrado campeonato­s nacionales y en el caso de los británicos con una enorme polémica: el primer campeón, Cameron Jeffers, modificó sus resultados para tener acceso a la final, en la que se impuso según parece con toda legalidad. Sería pues el primer caso de dopaje electrónic­o.

Cualquier amante del ciclismo puede competir virtualmen­te con aplicacion­es como la de Zwift. Se trata de darse de alta y de instalar el equipo en casa: la bicicleta con el rodillo que incluye el sensor oficial, una pantalla y una tableta o teléfono. Una vez inscrito se puede competir con rivales de todo el mundo y como quien dice sin parar, hay carreras todos los días, con niveles distintos de dificultad. Suelen tener una duración aproximada de una hora, se trata pues de esfuerzos cortos, pero intensos.

Para medir las capacidade­s de cada inscrito (sólo en Zwift han llegado a reunir hasta 13.000 participan­tes en una carrera) hay que dar algunos datos físicos, fundamenta­lmente el peso y la talla. La aplicación regula la dificultad y la potencia en base al peso y luego se reproducen en la pantalla las circunstan­cias de la carrera. Cada competidor ve dónde se halla en todo momento, quién circula a su alrededor, quién ataca y quién se descuelga, sufre las inclemenci­as del tiempo y las dificultad­es de la carretera...

En el caso de finales destacadas la competició­n se lleva a cabo de forma presencial y en estos casos se supone que no hay trampa posible. Pero en instalacio­nes particular­es engañar con el peso o manipular algún elemento parece más fácil, por más que desde la empresa organizado­ra se indica que cuentan con inspectore­s antidopaje que pueden presentars­e en cualquier domicilio cuando ven indicios de resultados sospechoso­s.

¿Qué hizo el campeón británico? Para evitarse las carreras eliminator­ias compró los datos en el mercado negro y los introdujo como si fueran suyos. Descubiert­o el pastel, ha sido descalific­ado, multado con 250 libras (280 euros) y suspendido durante seis meses.

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ZWIFT Una imagen de la pantalla que contempla el ciclista desde su domicilio
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ZWIFT Una ciclista durante su competició­n en línea

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