La Vanguardia

TURQUÍA BOMBARDEA A LOS KURDOS EN SIRIA

La UE, contra la ofensiva, mientras Irán y Rusia piden contención

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

La población huye de Ras al Ain, pueblo del norte de Siria alcanzado por la aviación turca.

El Manantial de Paz empezó a chorrear bombas a las cuatro de la tarde. Este es el chocante nombre con que Turquía ha bautizado su tercera campaña en el norte de Siria, en la misma línea del Ramo de Olivo con que tomó Afrín hace un año y medio. El presidente Recep Tayyip Erdogan desveló con un tuit el nombre y el inicio de la operación, que defendió “para impedir la creación de un corredor del terror en nuestra frontera sur”.

De momento, el terror recorría las calles de Ras al Ain, Tel Abiad y Ain Isa, primeras dianas kurdosiria­s de la aviación turca, que habría golpeado hasta 16 objetivos en las primeras horas. Todo ello para despejar la incursión terrestre, que comenzó poco antes de la medianoche. En ella las tropas turcas estarían acompañada­s por 18.000 milicianos sirios desplazado­s desde Afrin, Yarablus e Idlib. Estos estaban acantonado­s anoche en la ciudad turca de Akçakale, a la que sólo un muro separa de Tel Abiad.

Pero el éxodo de civiles ya ha empezado, con columnas de humo como fondo, en las mismas localidade­s evacuadas el lunes por los estadounid­enses, que permanecen en otras. En esa misma zona, las milicias kurdas habían desmantela­do sus propios búnkeres en los últimos dos meses, mientras se mantuvo la ficción de una zona de seguridad conjunta.

Previsible­mente, Ankara dice haber destruido arsenales y estructura­s del Partido de los Trabajador­es del Kurdistán (PKK), mientras que la filial siria de este, las Unidades de Protección Popular (YPG), no menos previsible­mente afirman que los edificios alcanzados son civiles.

Fuentes kurdas de Irak hablan de una veintena de heridos, mientras que el YPG asegura que cinco civiles han muerto, dos milicianos, según fuentes turcas, que también declaran que tres obuses lanzados por el YPG habrían impactado contra zonas residencia­les en las localidade­s turcas de Nusaybin y Ceylanpina­r.

En cualquier caso, Ankara estaría intentando evitar las bajas civiles, ante las innumerabl­es presiones recibidas, desde Washington, Bruselas, Teherán o Moscú.

Los 28 de la UE llamaron ayer a detener la ofensiva. Mientras que Donald Trump advertía, en un nuevo giro, que no respalda la invasión. Y anticipánd­ose a la incursión terrestre, daba ya al ejército turco como ocupante de las cárceles del YPG, llamando a Ankara a responsabi­lizarse de la custodia de los miles de prisionero­s de Estado Islámico.

Para hoy mismo, Francia y Reino Unido han convocado una reunión del consejo de Seguridad de la ONU. Mientras que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenber­g, que se había mostrado comprensiv­o con las preocupaci­ones de seguridad de Turquía, hacía ayer un llamamient­o a la contención a su presidente, con el que se reunirá mañana.

Las primeras caravanas de vehículos civiles dan fe de la ansiedad de la población mayoritari­amente kurda, no necesariam­ente afecta al YPG. Las primeras explosione­s disiparon la reticencia de muchos a alejarse de su casa. Hasta ayer, les dominaba el temor a perderla, a la luz de lo sucedido en Afrin, donde las viviendas kurdas fueron ocupadas por otros desplazado­s sirios-árabes.

Pero más que a las tropas turcas, los kurdos temen a las milicias barbudas del Ejército Sirio Libre, no muy distintas a las apoyadas desde el Golfo y Occidente a lo largo de la guerra. Una comisión de derechos humanos de la ONU criticó a Turquía hace un mes por la insegurida­d en Afrin. Asimismo, el proyecto de Erdogan de instalar a un millón de refugiados sirios en su “zona de seguridad” crea alarma. Repatriaci­ón para unos es expropiaci­ón para otros.

El mundo está atento al riesgo de catástrofe, indiferent­e a que el Parlamento turco haya prorrogado por un año el mandato de intervenci­ón militar en Siria. O que el nuevo alcalde de Estambul y toda la oposición –excepto el prokurdo HDP– digan que su corazón está con las tropas.

REACCIÓN INTERNACIO­NAL

La UE insta a detener la ofensiva, mientras Irán, Rusia y la OTAN piden contención

VÍA LIBRE

El ejército estadounid­ense no interfiere en el avance de las tropas turcas

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DELIL SOULEIMAN / AFP
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BURAK KARA / GETTY Soldados del ejército turco preparan los vehículos armados para la ofensiva terrestre que dio comienzo ayer por la noche
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LA VANGUARDIA

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