Aumenta la matriculación en las universidades privadas
La mitad del estudiantado tiene padres con título superior
En los últimos cuatro años, la matriculación de alumnos en la universidad privada ha crecido un 26,2% mientras que el alumnado que ingresaba en la pública se ha mantenido. “Creemos que las familias con poder adquisitivo alto podrían estar tomando la decisión de matricular a sus hijos en campus privados como estrategia de diferenciación respecto a los públicos”, consideró ayer Helena Troiano, investigadora en el Grup de Recerca Educació i Treball (Gret) de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).
Troiano explicó con esta hipótesis –la elección de la privada con nuevas titulaciones, docencias y recursos–, el ligero descenso en el acceso a la universidad de alumnos procedentes de familias con padres universitarios que se ha detectado en el conjunto del sistema público catalán desde 2014. “Nos planteamos dónde están, por qué han bajado en las estadísticas y vimos el incremento de estudiantes en la privada y concluimos que probablemente estén allí”, señaló la autora del informe Qui estudia a la universitat?, estudio elaborado para el Observatori del Sistema Universitari (OSU).
La investigadora se refirió al crecimiento de la oferta de grados en la privada y al precio que, tras el aumento de tasas públicas, podría haber acortado distancias. Las privadas en Catalunya son la Universitat Ramon Llull (URL), la Abad Oliva (UAO), la de Vic-catalunya Central (UVIC-UCC), así como la Internacional de Catalunya (UIC). La privada representa el 20% del sistema universitario catalán.
Otra posibilidad del descenso en la pública de estudiantes de familias de clase media alta sería la elección de otro tipo de estudios, como los de Formación Profesional (FP) que han adquirido mayor prestigio social y garantizan en mayor medida la inserción laboral.
En todo caso, este tipo de estudiantes, que tienen al menos un padre con título universitario, copan casi la mitad de los campus cuando en la sociedad aquellos ciudadanos titulados representan tan solo algo más de una cuarta parte (26,2%) de la población. Dicho de otro modo, el 82% de los hijos de familias con padres universitarios van a la universidad. En cambio, sólo acceden el 28% de los hijos de familias con educación básica y el 38% de los que tienen formación postobligatoria (bachillerato o FP). “La elección de ir a la universidad está fuertemente condicionada por el origen social del estudiante”, incidió Troiano que atribuyó como causa a la desigualdad que se produce en las etapas anteriores a la universidad. “Las diferencias ya vienen de infantil, primaria y secundaria”.
No obstante, el coste de la universidad no se refiere sólo a las tasas que son “la guinda” sino al coste de residir y desplazarse y al hecho de no poder compaginar los estudios con un trabajo. Muchos hogares no pueden permitirse que el hijo o la hija no aporten un salario. Para Sebastian Kanj, del Consell de l’estudiantat de les Universitats Catalanes (Ceucat) que apoya el estudio de la OSU, en la universidad “funciona el ascensor social pero en la planta baja no hay equidad”. Recordó que determinadas familias carecen de referentes universitarios y que las becas equidad no son suficientes si no van acompañadas de becas salario. Asimismo, los autores indican que el aumento de precios de matrículas en el 2011 decidido por el Gobierno de Artur Mas iba acompañado de aumento de precio en caso de repetición de materias.
El comportamiento en la elección de títulos también varía en función de la escala social familiar. Vera Sacristan, investigadora en el OSU, destacó que los alumnos con menor poder adquisitivo optan por grados que les garantice una mayor seguridad laboral dado el esfuerzo familiar en la inversión. En cambio, los estudiantes con economías más desahogadas pueden matricularse en grados nuevos con el argumento de “porque me gusta”, menos focalizados en el mercado laboral.
HELENA TROIANO
“Las familias con poder adquisitivo alto estarían optando por la privada”
SEBASTIAN KANJ
“En la universidad funciona el ascensor social pero en la planta baja no hay equidad”